Fue una señora morena y delgada. La recuerdo con una sonrisa dispuesta a darla como parte del saludo y de su ser. La conocí viviendo en lo que para mí fue su primera casa, que daba con el frente de la casa del Sr Conchón, Julio y Julia Brito. A la puerta principal de esta casa, se llegaba después de subir una “calzada” muy alta o empinada.
En cualquier diciembre, la casa de la señora Carmen Simplicia González de Carrión fue una casa llena de sueños. ¿Cuántos niños de nuestra generación y de otras generaciones soñaron con estar por largos ratos en ese gran pasillo llenándose los ojos de alegrías con aquella cantidad de juguetes que ella traía desde Caracas y que luego aparecían bajos nuestros chinchorros, como regalo del Niño Jesús?
En el primer cuarto de esta casa, que alcanzaba hasta donde estuvo no hace la panadería, era un depósito de juguetes y de ropas.
En los otros meses del año, ese gran pasillo que funcionaba como un depósito, la Sra. Carmen Simplicia González de Carrión reunía una gran cantidad de mercancía (ropas) y a través de esta actividad, ella se mostraba totalmente como una mujer muy emprendedora que generaba una alternativa de trabajo y de vida para otras (muchas) mujeres maqueras, que con sus maras y con el crédito (fiado) salían a recorrer pueblos enteros de Margarita. Ella y nuestras mareras vistieron a muchos pueblos de Margarita.
La Señora Simplicia, como mejor se le conocía en el pueblo, era pieza importante de este engranaje de esfuerzos que sostuvo muchas familias del pueblo.
Esta iniciativa emprendedora de la Señora Simplicia, nació al estar formando amistad con Estilita Torcat y otras mujeres margariteñas que sintieron que a través de este trabajo era fácil crear un gran sistema de venta que vestía a Margarita. Simplicia fue una mujer luchadora y fuerte porque ese gran pasillo que vi, cuando a veces iba a buscar un encargo para mi mama, que fue marera, siempre estaba lleno de cajas y con su fuerza movía todas esas cajas para entregar lo que se iba a buscar.
Ella fue única hija y con sus padres tuvo la oportunidad de empinarse para hacer lo que hizo en su vida. Su esposo José Inocente Carrión, conocido cariñosamente en el pueblo como “Cacao”, trabajó en Caracas y en verdad fue un matrimonio que funcionó perfectamente como un equipo. El trabajo constante le permitió llevarse a toda su familia para Caracas. Cinco hijos conformaron la familia de Simplicia e Inocente: José David Carrión(+) (odontólogo), Ana Etelvina(+), Carmito José Carrión(+) (Abogado), Euclides(+) (abogado) y Prisvélida (Pris) médica Psiquiatra. Ana Etelvina fue igualmente profesional universitaria pero no logré precisar en qué área.
Texto y Recopilación: Evaristo Marcano Marín
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