Francisco Narváez: El maestro escultor que esculpió la esencia de Venezuela

Francisco Narváez: El maestro escultor que esculpió la esencia de Venezuela

Hoy recordamos el legado de Francisco Narváez (1905-1982), el insigne artista plástico nacido en Porlamar, Estado Nueva Esparta, cuya obra no solo transformó la escultura en Venezuela, sino que también capturó la identidad y la belleza criolla con una sensibilidad única, marcando un puente fundamental entre lo tradicional y lo moderno en el arte venezolano.

Considerado uno de los artistas más importantes del siglo XX en el país, Narváez fue un prolífico escultor y pintor que supo infundir una poesía profunda y una comprensión de la geometría en cada pieza que tallaba.

De Margarita a la Academia Julián de París

Francisco José Narváez Rivera nació el 4 de octubre de 1905, inmerso desde niño en el ambiente artístico gracias a su padre, ebanista y alarife. Sus primeras experiencias con la talla y la madera le valieron incluso un primer premio en una exposición de artesanía en Cumaná a los 11 años.

A los 15 años, inició sus estudios formales en la Academia de Bellas Artes de Caracas. Más tarde, entre 1927 y 1931, viajó a la cuna del arte moderno, París, donde se inscribió en la prestigiosa Academia Julián y estudió con maestros como Paul Landowski y François Pompon. Este periodo fue crucial, pues Narváez absorbió las corrientes universales del arte sin jamás renunciar a sus raíces.

«Narváez era un pintor con alma de escultor. Supo lograr una correspondencia entre ambas técnicas de trabajo.»

La Obsesión por la Materia Criolla

Al regresar a Venezuela, Narváez desarrolló una obra figurativa temprana que celebraba la fisonomía del pueblo venezolano. Amó el color, la forma y la textura de su tierra, buscando en París una piedra similar a la de Cumarebo (Estado Falcón) para sus creaciones. Esta conexión profunda con lo venezolano se manifestó en el uso de maderas autóctonas y piedras locales como la piedra de Araya, elevando los materiales criollos a la categoría de alta expresión artística.

A pesar de que su carrera evolucionó más tarde hacia el abstraccionismo, nunca se desvió de su esencia, demostrando un dominio técnico y conceptual envidiable.

Obras que Visten la Ciudad

La obra de Narváez no solo se exhibe en museos, sino que adorna el espacio público de Venezuela, convirtiéndose en un ícono de la capital. Entre sus piezas más destacadas se encuentran:

  • La Fuente de Las Toninas (1943): Ubicada en la emblemática Plaza O’Leary de Caracas, esta obra en piedra de Cumarebo es quizás su escultura pública más famosa .
  • Armonía de Volúmenes y Espacio (1982): Una de sus últimas creaciones, esta pieza abstracta se exhibe en la Estación La Hoyada del Metro de Caracas.
  • Murales en la UCV: Contribuyó con importantes obras en la Ciudad Universitaria de Caracas, Patrimonio de la Humanidad.
  • Criolla (1936): Una de sus primeras grandes tallas en madera, de marcada temática figurativa y nacionalista.

Su talento fue reconocido con el Premio Nacional de Escultura en 1940 y el Premio Nacional de Pintura en 1948, consolidándolo como una figura central de las artes plásticas nacionales.

Un Legado Inmortal

Francisco Narváez falleció en Caracas el 7 de julio de 1982, dejando un invaluable patrimonio. En su tierra natal, Porlamar, el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez se inauguró en su honor en 1979, el cual alberga una importante colección donada por el propio artista.

El maestro Narváez no solo fue un visionario que dialogó con las vanguardias europeas, sino un artista que supo mirar profundamente en la venezolanidad, dejando un legado de formas robustas y poéticas que siguen inspirando a las nuevas generaciones.

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