El 13 de octubre de 2016 fallece en El Vergel de San Juan Bautista, Nicolás Boadas “Colacho”, artesano de la crineja, cultor popular de nuestro pueblo Sanjuanero, de esos Patrimonio del Municipio que dejan una huella imperecedera por su trabajo, don de gente y su amor por lo que hacía, que lo convirtió en un arte.
Ese día los datileros de tristeza doblaron sus hojas, las crinejas destejieron sus gajos y los sombreros agacharon sus alas, para rendirle un homenaje de despedida a la edad de 97 años, había nacido el 18 de diciembre de 1918, y no hizo más que querer a su gente, rendirle el amor y la devoción a San Juan Bautista y a San Antonio de Padua, y sobre todo a la artesanía cogollera de nuestro pueblo.
Del libro “MARGARITA: Hablas de Artesanía” de Mariano Díaz, reproduzco:
“De niño yo forraba sombreros. Ganaba una locha por doce sombreritos que arreglaba al día y así me iba haciendo del oficio y diciéndome tú un día te vas a establecer con tu artesanía y míreme, aquí estoy, establecido y contento en El Vergel.
Para hacer la crineja de cogollo, a la mata del datilero hay que buscarle su tiempo. En abril ya está echando las maraquitas, porque de Dios le viene la fruta. A la mata que está pariendo no se le quita la hoja, porque se echa a perder la fruta, pierde fuerza, la palma sale podrida.
La palma se saca del árbol, pidiéndole perdón y permiso para cortársela, hay que abrirla porque viene cerradita hacia arriba y uno la peina hacia abajo, y al secarla se le echa cuchillo para hacer la fibra, y hay que envolver todo el tiempo los gajos en hojas verdes, para mantenerlos frescos y húmedos para que no se resquebrajen.
Las pavas y el sombrero de la palma de cogollo son naturales de la isla. No requieren factura, certificado ni nada. Son un producto neto margariteño, y donde vayen los reconocen, o sea, tiene su personal tarjeta de presentación, ¿no cree?”
(Verni Salazar 13 X 2023)
Décima para «Colacho»
Un bonito gesto, que explica el gran respeto que Colacho Bodas y los artesanos sanjuaneros, tienen por la naturaleza y por la palma. Es una forma de actuar casi en perfecta armonía con la naturaleza.
Este es un acto poético muy hermoso y profundamente humano. Hay plena conciencia, que al árbol, como lo dice su himno, le «debemos solícito amor»
Consciente de este amor y al verlo como una bendición que nos permite vida; el artesano, que es también una pieza de la naturaleza, pide permiso. ¡Excelente!
Un gesto que es poesía
Y profundamente humano
Proceder con mente y mano
Rindiendole pleitesía
Y la palma agradecía
Volverá su hoja tener
Y el artesano volver
Para en ella encontrar
Hojas para trabajar
Y tener con que comer
Evaristo Marcano Marín
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