Cada 13 de septiembre, el mundo celebra el Día Internacional del Chocolate, una fecha que rinde homenaje a Roald Dahl, autor de la emblemática obra «Charlie y la Fábrica de Chocolate«. Pero más allá de la celebración global, esta jornada es una oportunidad para reflexionar sobre el ingrediente fundamental de esta delicia: el cacao, y en particular, el de Venezuela, reconocido mundialmente como uno de los más finos y de mayor calidad.
La historia del cacao en Venezuela se remonta a la época precolombina, cuando los pueblos indígenas de los Andes ya lo utilizaban para preparar una bebida llamada chorote. Con la llegada de los españoles, el cultivo se extendió y el cacao venezolano se convirtió en uno de los productos de exportación más importantes del país, llegando a ser, a finales del siglo XVII, un pilar fundamental de la economía colonial.
Lo que distingue al cacao venezolano no es solo su herencia, sino su genética. El país es hogar de variedades únicas como el Cacao Criollo, conocido por su sabor delicado y su bajo contenido de astringencia. También se destacan variedades como el Porcelana y el Cacao de Chuao, este último considerado una joya de la agroindustria por sus notas aromáticas y su sabor complejo. Estas características sensoriales lo han hecho merecedor de múltiples premios y reconocimientos en las competencias internacionales de chocolate más prestigiosas.
A pesar de los desafíos, la producción de cacao en Venezuela se mantiene, aunque con fluctuaciones. Actualmente, la industria se esfuerza por recuperar su esplendor. Pequeños y grandes productores, artesanos y emprendedores, trabajan para preservar la calidad que ha hecho famoso al cacao venezolano, enfocándose en procesos de fermentación y secado que potencian sus notas frutales, florales y terrosas.
El chocolate venezolano, elaborado con este cacao de excelencia, ha logrado posicionarse en el mapa global del chocolate «bean to bar» (del grano a la barra). Marcas locales han obtenido medallas en los International Chocolate Awards, demostrando que el talento venezolano es capaz de transformar este fruto en productos de talla mundial, a menudo superando a productores de larga tradición.
En este Día Internacional del Chocolate, es importante reconocer no solo el valor del producto final, sino también la labor de los miles de agricultores venezolanos que, con su trabajo y pasión, preservan una herencia que se ha convertido en sinónimo de calidad y sabor inigualable. El chocolate no es solo un placer, es un reflejo de una cultura y una tradición que Venezuela ha sabido cultivar y que, a pesar de las adversidades, sigue deleitando al mundo.
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