Precisar bien nuestros orígenes como pueblo es un hecho importante. Así como una persona tiene una historia que lo conecta con sus padres, hermanos, abuelos y una comunidad; los pueblos son un territorio con vida y sentimientos que se acumulan en el tiempo. Un pueblo no es ni puede ser una casualidad.
Esta consideración no es una alusión caprichosa. Tener presente, que un pueblo no es una casualidad, me colocó frente a la obra de Mario Briceño Iragorry, «Mensaje sin destino». En este caso, Iragorry se detuvo a mirar a Venezuela (1957) en su devenir y allí visualizó y describió la que él llamó «crisis de pueblo». La ausencia de sentido histórico.
No sé si se equivocó Mario Briceño en ese ensayo. Es un tema con una gran vigencia. Nuestra plataforma cultural, espiritual e histórica es un terreno muy inestable y frágil.
Nada debe tener extraño, que alguien conciba al margariteño como un hombre de mar, de la virgen, de la palma de dátil y un ser de barro. No estaría especulando mucho con esto. Somos un poco eso. Margarita se siente «Paraguachoa».
Hace ya un par de años y producto de una investigación, vengo juntando elementos con la finalidad de tener argumentos que me permitan precisar, que efectivamente no somos, como pueblo, una casualidad de una sombra bajo una mata. Hay un camino en la historia, que permite vernos retrospectivamente, más lejos de 1816.
Fuimos en un momento de nuestra historia el «partido El Maco». He conversado con cronistas e historiadores sobre esta condición «partido El Maco» y aún no he podido precisar, qué sentido tuvo territorial y administrativamente este término. Antes de la sombra del frondoso árbol de Maco, tuvo que haber una historia, que nos habla, no de una figura y una casualidad, sino de muchas situaciones.
En un trabajo anterior y tomando como referencia el libro del profesor Francisco Castañeda: «Crónica de la Margarita Adentro», precise que para 1729, según un registro de bautizo, existió en la comunidad «El Partido El Maco» una esclava con el nombre de Florentina.
Manifesté en esta oportunidad:
«Este libro tiene una pequeña crónica sobre la esclava Florentina, que siendo negra y esclava, formó parte de un acontecimiento muy particular y curioso. Sus dos hijas fueron bautizadas (1729) y los padrinos fueron sus dueños. Ella a su vez, fue madrina (1731) de cuatro niños de origen guaiquerí, que por una disposición real, no podían ser tomados como esclavos. Esta esclava hizo uso de la institución del compadrazgo y fue madrina»
Pero el punto que me interesa destacar sobre esta esclava Florentina en esta interesante crónica de Castañeda, es que la existencia de ella permite reconstruir o mirar desde otro punto de vista y con sustento (en fuentes históricas), la situación de nuestro pueblo El Maco, que según una versión ya muy posicionada, debe su nombre al padre de la patria Simón Bolívar, que en una oportunidad y según está versión nuestra, pasó por el pueblo y descansó bajo la sombra de frondosa mata de Maco. Protegido por su sombra, Bolívar, según está versión, nos bautizó como «El Maco de Bolívar»
Está esclava tuvo un dueño. Alférez Pablo Alfonzo fue el dueño de esta esclava y los esclavos se tenían para un propósito: trabajar duro para sus dueños. Siendo El Partido El Maco un Valle, es fácil de suponer y entender, que debía haber una actividad productiva importante que requiriera del trabajo de esclavos.
Para 1772, Carlos Vásquez, cura de la parroquia Santa Ana, colocó óleo y crishma a Manuel Isidro de Mata(*). Manuel Isidro no fue un maquero, cuyo nombre se lo borró el tiempo. Manuel Isidro fue el padre de Policarpo de Mata, Andrés de Mata y Petronila de Mata. Tres nombres que están muy vinculados con la lucha de independencia por su lucha. Petronila, Policarpo y Andrés al parecer nacieron en Santa Ana, pero también pudieron haber nacido en El Maco, según lo que en una ocasión refirió Angel Félix Gómez, que es reconocido como uno de nuestros grandes cronistas.
En 1740 y 1743 este mismo cura ( Carlos Vásquez) dió su bendición a la unión de dos maquetas con dos francés. Todas estas referencias son momentos de un pueblo con una ruta y no un pueblo casualidad.
Texto y Recopilación: Evaristo Marcano Marín
Referencias:
GÓMEZ, Ángel Félix. Petronila de Mata. Versión digital preparada por Frank Tabasca.
CASTAÑEDA, Francisco. Crónica de Margarita Adentro. Versión digital preparada por Verni Salazar
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