Como poseída por una deidad lujuriosa, María Rodríguez nos acostumbró a su presencia explosiva en tarima, sobre todo en televisión, donde la vimos infinidad de veces desplegar su histriónica puesta en escena cubierta de códigos misteriosos, ensalmos, décimas y cantos. Su música, transmisión de una costumbre rítmica y lírica deLeer más

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