En medio del complejo panorama económico de Venezuela, una industria parece estar nadando contra la corriente: la producción de camarón. Para sorpresa de muchos, este crustáceo se ha convertido en una de las principales exportaciones del país.
En 2023, el camarón se alzó como la sexta mayor exportación de Venezuela en términos de valor, marcando un impresionante hito con una suma de 214 millones de dólares. Los destinos principales incluyen a los Países Bajos, Francia, España y, con un crecimiento destacable, China, que ha visto duplicar sus importaciones de camarón venezolano en un año.
Un trabajo publicado por Mongabay profundiza sobre el tema. Según explicó Fernando Villamizar, presidente de la Asociación de Productores de Camarón del Oeste, Venezuela está preparada para alcanzar nuevas alturas en la producción de camarón.
Las proyecciones para 2024 son ambiciosas: se espera que el país produzca 60.000 toneladas métricas, un aumento del 50% respecto al año anterior. Si esta predicción se materializa, Venezuela se posicionaría entre los 10 principales exportadores de camarón del mundo. Sin embargo, no todo son sonrisas y crustáceos frescos.
Las aguas turbulentas de la política y la infraestructura
A pesar del éxito aparente, la industria del camarón en Venezuela enfrenta desafíos monumentales. La inestabilidad política y la infraestructura desgastada han dejado a los productores nadando contra la corriente.
La necesidad de suministros básicos como diésel y electricidad se ha convertido en una lucha constante en un país con serias fallas en el servicio eléctrico y una infraestructura desgastada. Además, la industria del camarón no está exento de consecuencias ambientales. Los derrames de petróleo en el lago de Maracaibo y el golfo de Coro representan una amenaza constante para la salud de las aguas y, por ende, para la industria acuícola.
¿A qué se debe el éxito de la industria?
Hasta 2019, estas granjas camaroneras se beneficiaron de un acceso privilegiado a dólares, cortesía del gobierno y su sistema de control de cambios y eso permitió reinvertir en infraestructura. Además, los derrames de petróleo no solo han empujado a la industria a adoptar prácticas más sostenibles, sino que también han dado lugar a camarones más resistentes y vigorosos. Esto ocurre gracias a un sistema de recirculación acuícola y probióticos.
Otro punto a favor de la producción es que las granjas se están volviendo más intensivas. Con entre 50.000 y 300.000 camarones por hectárea, están haciendo que cada centímetro cuadrado cuente. Además, han acortado el tiempo de crecimiento de estos crustáceos de cuatro meses a dos meses y medio.
La industria también ha hecho un esfuerzo consciente por reducir su impacto ambiental. El artículo publicado por Mongabay, dejaron de verter efluentes contaminantes en el lago de Maracaibo. Los desafíos del país han impulsado a la industria hacia soluciones más sostenibles, como el uso de sistemas de recirculación acuícola (RAS) que reducen la dependencia del agua contaminada y promueven una producción más eficiente y responsable.
Fuente: Mongabay
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