Billo Frómeta nació en Santo Domingo, República Dominicana el 15 de noviembre de 1915. Muy joven se dedicó a la música bailable con orquesta, y se convirtió en uno de los músicos más exitosos del continente. Llegó a Venezuela el 31 de diciembre de 1937, y durante 5 décadas dominó el ambiente de la música popular bailable con su orquesta Billos Caracas Boys, de quien fue dueño, director, arreglista y compositor. En Caracas prácticamente fue un reportero musical por la cantidad de canciones que compuso estudiando y observando las costumbres del pueblo venezolano.
Desde su llegada a Caracas, puso a bailar a toda Venezuela. Muchas de sus composiciones están inspiradas en anécdotas, vivencias, cuentos y hechos derivados del quehacer diario del colectivo: una experiencia o una situación jocosa, curiosa o de trascendencia para el ciudadano, era un motivo de inspiración. Por ejemplo, con las expresiones “Chico”, “Epa” y “Gua” muy utilizadas en la zona central del país, compuso tres canciones: con “chico” compuso el pasaje “Mensaje a Juan Vicente”, con “epa”, compuso el vals “Epa Isidoro” y con “guá”, la guaracha “Ole con guá”.
Billo era fanático del béisbol, el entretenimiento preferido del venezolano. Cuando los jugadores “Camaleón” García, “Chico” Carrasquel y “Chucho” Ramos estaban en su mejor momento, compuso la guaracha “Cállate muchacha”, donde hace mención a estos jugadores. Fue fanático del Magallanes y aunque no le compuso ninguna canción, adaptó, arregló y le grabó varias canciones que fueron muy populares, algunas traídas del folclor dominicano.
La demolición del barrio El Silencio de Caracas, lo inspira a componer la primera canción de las 24 que le dedicó a Caracas y la tituló “Caracas Vieja”, en 1945. Cuando se realiza el primer censo en el país en 1950, compone una guaracha titulada “El censo lo dirá”. Cuando se funda la televisión en Venezuela en 1952, compone la guaracha “Billo en televisión”. Antes de terminar la autopista Caracas La Guaira, compone en 1951 el jocoso tema “Cuando terminen la autopista”.
Para las elecciones de diciembre de 1958, compone una guaracha titulada “Mi candidato”, dedicada al candidato Wolfgang Larrazábal. Para una promoción de cadetes, compone en 1957 la marcha “Los cadetes”, estrenada el 5 de julio de 1957, en un desfile militar en Los Próceres. A las animadoras y cantantes Paula Bellini y Emilita Dago, les dedica los temas “Paula” y “Emilita la de Cuba” respectivamente, y allí pone de manifiesto el gran aprecio y admiración que sentía por ellas. La construcción del metro de Caracas no escapa a su talento, componiendo en 1974 la guaracha “El metro”. Los personajes “El amolador”, “El mielero”, los criaderos de burros de Petare, Isidoro Cabrera (Isidoro), el rio Guaire, los callejones de La Guaira, los tambores de Caraballeda, el pueblito de Barlovento, Naiguatá y el caminito de tierra que unía a Caracas con Guarenas, son motivos para su fina e inquieta pluma musical. En 1968, cuando el doctor Christiaan Barnard realiza el primer trasplante de Corazón en Suráfrica y visita a Venezuela en un viaje promocional por el mundo entero, Billo compone la guaracha “Yo quiero un corazón”.
La caracas de antaño es descrita con agradable melancolía y romanticismo en los boleros “Caracas vieja” (1945) y “Sueño caraqueño” (1965) y, el Nuevo Circo de Caracas es exaltado con el precioso pasodoble “Nuevo Circo” en 1985. Su fibra religiosa resalta en su composición “Capillita del calvario” (1978), donde describe la desidia del pueblo ante este monumento religioso.
Los políticos reciben una sacudida musical en su composición “En qué parará la cosa” (1980), “El brujo” de Facundo Cabral (1977) y “El chingo” de Luisito Martí (1978), estos dos últimos arreglados con su inconfundible “ritmo Billo”. Cuando al recién electo presidente Rafael Caldera se le alza un general porque no lo nombró Ministro de la Defensa, compone en 1968 “¡Ay! qué general”; y cuando el Consejo Supremo Electoral anuncia la compra de máquinas para votar pulsando una tecla en vez del tradicional voto con tarjetas, compone en 1973 la guaracha “La tecla nula”.
Por la flojera pertinaz y la codicia, muy común en nuestro país, los protagonistas también reciben su reprimenda en el tema “Pobre millonario” (1982), y como un padre bonachón remata con un regaño y una fuerte llamada a la reflexión hacia los habitantes de Caracas por el gran estado de deterioro y abandono que presenta la capital, reflejando su dolor en su última composición, el vals “Caracas pórtate bien” de 1988.
Todas estas composiciones forman parte de la historia del venezolano, porque Billo recogía esas vivencias y las hacía llegar al corazón de la gente en forma musical, de manera que Billo más que un cronista, era un reportero musical, un reportero que tomaba del corazón del pueblo sus costumbres, las convertía en música con su orquesta y luego esa gente escuchaba las versiones musicales y las bailaba, lo que le dio gran popularidad, razón por la cual su orquesta fue bautizada como “La más popular de Venezuela”.
Billo en Venezuela, fue el único director de orquesta que hizo historia con música, las grandes historias de Caracas están en la música de Billo. Por eso, cuando se habla de Billo, se debe pensar en un compositor, un cronista que le puso a cada venezolano un corazón musical y que junto con su orquesta, nos ha mantenido unidos sin sembrar odio.
Cerramos este artículo en homenaje a Billo Frómeta con una de sus composiciones preferidas dedicadas a Caracas: “Sueño caraqueño” de 1966.
Yovani Barragán Z/2022
Fuente: Barragán Z, Yovani (2012). El Billero N° 2 <2012>, órgano informativo de las billadas del Country Club de Barquisimeto.
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