Siempre busco creer, que una idea es como una chispa que motoriza acciones. Si creo por ejemplo, que la solidaridad es una práctica de amar al prójimo, hago uso de este valor. Dios es para mí una idea viva que se transforma en principio en acciones colectivas.
En junio del 2015, el Papa Francisco publicó una encíclica (Laudato Si), que si la leemos en retrospectiva, veremos en este documento, un largo sentimiento de la iglesia cristiana por la naturaleza. Este sentimiento en lo pequeño, se observa un poco ausente.
En esta particular encíclica, el Papá Francisco en su profunda reflexión, toma a Francisco de Asís como el principal motor que desencadena esta mirada suya sobre la «casa común»: la tierra y la naturaleza.
A partir de esta referencia y otras, el Papa Francisco fue encontrando razones para querer, amar y proteger a la «casa en común» Menciona (entre otros) al Papá Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Cada uno de estos papás colocó un alto interés por el uso y rumbo que el hombre estaba dándole a la naturaleza y particularmente a la tierra.
Creo que este tema o problema en cuestión, no es un tema secundario para la iglesia, es un tema fundamental. Es medular y va como el modelo societario de Jesús.
Pablo VI precisó este hecho en estos términos: «Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación». San Juan Pablo II en su primera encíclica nos refirió que el hombre no parece «percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo». Juan Pablo llamó a una conversión ecológica.
En este su encíclica «Laudato si», el papa Francisco el de Regina María se dejaba llevar por una idea de Francisco Asís: «La naturaleza [es] como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad».
En su encíclica, el Papa Francisco insiste también en esta labor (tan cristiana) de cuidar la «casa en común» y terminó (hace casi 10 años) esta larga reflexión con un llamado:
«El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común»
¿Aró en el mar, el Papá Francisco?
Texto y Recopilación: Evaristo Marcano Marín
Fuente: https://www.vatican.va
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