Agosto de 1963, la Pequeña Copa del Mundo de Clubes, un prestigioso torneo amistoso que reunía a lo más selecto del balompié internacional, se desarrollaba en la capital venezolana. El Real Madrid, con su máxima figura, Alfredo Di Stéfano, se encontraba hospedado en el Hotel Potomac en la urbanización San Bernardino. Lo que prometía ser una visita deportiva más, se convertiría en uno de los episodios más insólitos y mediáticos de la historia del fútbol y de Venezuela.
En la madrugada del 24 de agosto, a las 6:00 de la mañana, un comando guerrillero venezolano, identificado como parte de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), irrumpió en la habitación de Di Stéfano. Haciéndose pasar por policías, lograron llevarse al astro argentino. El operativo, liderado por el guerrillero conocido bajo el seudónimo de «Máximo Canales» (cuyo nombre real era Paúl Del Río), no buscaba un rescate económico. Su objetivo era netamente propagandístico: llamar la atención internacional sobre la lucha armada en Venezuela y protestar contra el gobierno de Rómulo Betancourt, así como contra la dictadura de Francisco Franco en España.
Di Stéfano, la «Saeta Rubia», el equivalente a los grandes astros del fútbol actual, fue mantenido en cautiverio durante 72 horas. Durante este tiempo, el mundo del deporte y la política vivieron momentos de angustia y expectación. Se dice que, a pesar de la situación, sus captores lo trataron de forma «respetuosa» e incluso le ofrecieron comida variada, incluyendo paella.
La liberación de Di Stéfano se produjo tres días después, sin incidentes violentos y sin el pago de rescate, en la Embajada de España en Caracas. La noticia dio la vuelta al mundo y el suceso quedó grabado en la memoria colectiva como un hecho sin precedentes en la historia del deporte. El secuestro de Di Stéfano, al igual que el de Juan Manuel Fangio en Cuba en 1958, puso de manifiesto cómo figuras públicas de renombre podían ser utilizadas como herramientas en conflictos políticos y sociales para captar la atención global.
Este evento es un recordatorio de una época de gran turbulencia política en Venezuela, donde diferentes grupos buscaban visibilizar sus causas a través de acciones de alto impacto. El secuestro de Alfredo Di Stéfano sigue siendo un capítulo sorprendente que une el deporte, la política y la historia de un país en un mismo relato.
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