Ahora se está en la culminación del año escolar y todos gozamos este momento. Un esfuerzo que la familia vive y siente con alegría al terminar el período escolar. No pretendo o intento desanimar. Ahora sólo. pretendo dejar una reflexión que debe quedarse en las notas. Es importante saber si nuestros hijos y nietos van bien. Tengo en mente varias cosas y una de ellas es una historia de dos personajes de un pueblo que tenían por nombres Joaquín González.
Esta historia no voy a contarles pero trata de ver resultados con sentido reflexivo y los números, no siempre son buenos retratos de la realidades.
Sentimos que se ha dado un paso adelante y vale la pena pensar, en medio de la alegría, si nuestros niños tienen más información o tienen una cabeza mejor puesta. Apostemos por una mejor cabeza. Es lo que rinde a futuro o agrega valor a las experiencias futuras.
La frase de una «cabeza bien puesta» no es mía. Ella le pertenece a Edgar Morin un gran filósofo francés, que ha escrito mucho sobre la educación y complejidad. Una cabeza bien puesta, dicho muy coloquialmente, es una cabeza abierta y dispuesta para acumular músculos mentales para subir (con fuerza) empinadas.
Andrés Bello que como todos sabemos vivió entre 1781 y 1865, supo decir ya en ese momento, algo que aún no hemos entendido completamente. Dijo: «Un buen método de enseñanza no se propone mucha ciencia al estudiante [léase información], cuanto dar a su entendimiento poderoso impulso y rumbo cierto»
Desearía pensar que es así, pero mi buenas dudas tengo y los datos que existen nos confirman de «lagunas» en situaciones básicas.
Muy bueno por las vacaciones. Disfruten y refuerzan situaciones claves.
Texto: Evaristo Marcano Marín
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