Un día de estos pasados, un sábado, para más acierto, fui a sellar un cuadrito del 5 y 6, para ver si Dios quiere y me vuelvo loco con tantos reales que se saque uno con esos benditos caballos; cuando entré en el local, me encontré con un grupo de señores conversando en la barra del bar existente en aquel lugar, les saludé y me senté con ellos a tomar unas cervezas y a seguir con la “conversa” que tenían, eran ellos: Manglio Villarroel, Clemente Ferrer y Elíseo Maza, todos ellos trabajadores de Conferrys, estaban esperando a Gollito López, quien efectivamente llegó un rato después, y que como siempre, formó un tropel para que le sirvieran rápido esa cerveza y un pasapalo de cangrejas que según Clemente no estaban muy buenas que digamos; vamos que mi tercio se pegó su “cajeta” y nosotros a seguir con la bulla.
Pasado un rato salió Clemente a llevar a Eliseo para su trabajo en el Morro de Porlamar, pero llegó otro tertuliano, Rafaelito Tovar, quien departió un rato con nosotros.
Seguimos con entusiasmo, y llegaron Clemente y Eliseo, acompañados por un nuevo tertuliano, Cruz Rodríguez, y seguimos la algarabía.
El total del asunto fue, que después de tanto “palo” y tantos callos a la madrileña, “caítos” como les decía Clemente, empezamos a botar la bola, me di cuenta de ello cuando a Manglio Villarroel se le acercó un amigo a saludarlo: “Epa compay Manglio. ¿Cómo está el asunto? Manglio, con los palos que tenía encima, le contestó:
¡Ay! ¡Ay! ¡Julio Romero de Torres!
Que pintó a la mujer morena,
¡Ay con el alma triste,
Ay, Ay y serenaaaa!
Pero bien “cantao”, con su sal, garbo y aire de cantaor flamenco, batiendo las palmas de las manos y taconeando; el amigo sorprendido se fue muy callado, pero se le oyó decir muy bajito: “¡Adiós cosa, se rascó el compay Manglio!
Seguimos hablando, al ratico Gollito en mitad de una frase en la conversación que teníamos sobre el viaje de Río Caribe, exclamó: «Si amigos…, Conferrys la autopista en el mar. . .! Bueno, nos volvimos a quedar callados, pero sale Cruz Rodríguez con un asunto que quería comprar unas cien docenas de ceguetas de las buenas y baratas, pero fue interrumpido por Clemente, quien dijo: “¡Las ferias de Río Caribe, son las mejores del mundo, y si no, se bajan de mi carro! ¡Miren que allá yo soy el rey!”, éste a su vez fue callado por un nuevo grito de Manglio:
¡Ay, Ay, Julio Romero de Torres
Que pintó a la mujer morena,
¡Ay con el alma triste,
Ay, Ay y serenaaa!
A lo que le gritó Gollito: “¡Un momentico Manglio!. . ¡Conferrys una autopista en el mar. .. presenta!”
En eso empezó Elíseo con un cuento de llevar a la mujer y a los muchachos para El Valle, iba a contratar a Clemente, pero no sé cómo quedó ese contrato por ese viaje, porque Clemente tenía una componenda con Manglio, que creo falló también, porque Manglio iba para Punta de Piedras, y por eso Clemente, a lo mejor, se quedó con la motico de la presa embarcada en la maletera del carro, para que la presa pudiera ir con ellos para la fiesta del Hotel Caribbean, ni porque Clemente a cada rato se lo recordaba a Manglio, diciéndole: “Ah Mangle. . . acuérdate, brun, brun, bruuuummm, la motico tá en el carro…” y le hacía con las manos la señal de acelerar una moto.
Total fue que pasamos la tarde entre “palos”, un cantaor flamenco, un locutor animador, un comerciante en ceguetas, un escándalo de campanazos cada vez que en el pote caía una propina, Clemente con la motico de la presa, Elíseo con su fiesta del Valle, y para remate cuando nos íbamos, lanzó Gollito su guantazo: “¡Viva Fucho!.
(Tomado de Erwin Murguey en BREVE RECUENTO, 1985).
Recopilación: Cronista Verni Salazar
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