Con profunda tristeza y un inmenso vacío, la tierra del estado Aragua despide a una de sus hijas más queridas, vibrantes y emblemáticas: Paula Uribe, defensora incansable de la tradición de San Juan Bautista.
La partida de esta nativa del pueblo de Aponte, en Ocumare de la Costa de Oro, deja un silencio inmenso en el alma de la cultura sanjuanera. Su latido, aunque hoy se detiene en su cuerpo, resonará eternamente en el sonido de los tambores que ella tanto amó y defendió.
Paula Uribe no fue solo una cultora; fue la memoria viva, la guardiana de la tradición y la voz auténtica que cantaba con la fuerza de la fe y la alegría de la devoción. En cada golpe de tambor y en cada verso dedicado a San Juan Bautista, ella entregó su espíritu, manteniendo viva una herencia que define la identidad del estado Aragua.
Su legado no se mide en años, sino en la pasión indomable con la que danzó, enseñó y defendió sus raíces. Fue maestra de generaciones, un faro que guio a jóvenes y adultos por el camino de la cultura, asegurando que el fuego de San Juan jamás se apagara. Cada baile, cada encuentro y cada sonrisa de Paula era una lección de amor por sus raíces.
Hoy, mientras el tambor parece guardar un doloroso silencio en su honor, su ritmo esencial se ha quedado con su gente. Se escucha en el murmullo del viento que mece las palmas y se siente en la cadencia de quienes tomarán el relevo, inspirados por su inquebrantable compromiso.
El canto de Paula Uribe es ahora leyenda; su baile, una estrella en el firmamento cultural de Aragua.
Con información de: Con profunda tristeza y un inmenso vacío, la tierra del estado Aragua despide a una de sus hijas más queridas, vibrantes y emblemáticas: Paula Uribe, defensora incansable de la tradición de San Juan Bautista.
La partida de esta nativa del pueblo de Aponte, en Ocumare de la Costa de Oro, deja un silencio inmenso en el alma de la cultura sanjuanera. Su latido, aunque hoy se detiene en su cuerpo, resonará eternamente en el sonido de los tambores que ella tanto amó y defendió.
Paula Uribe no fue solo una cultora; fue la memoria viva, la guardiana de la tradición y la voz auténtica que cantaba con la fuerza de la fe y la alegría de la devoción. En cada golpe de tambor y en cada verso dedicado a San Juan Bautista, ella entregó su espíritu, manteniendo viva una herencia que define la identidad del estado Aragua.
Su legado no se mide en años, sino en la pasión indomable con la que danzó, enseñó y defendió sus raíces. Fue maestra de generaciones, un faro que guio a jóvenes y adultos por el camino de la cultura, asegurando que el fuego de San Juan jamás se apagara. Cada baile, cada encuentro y cada sonrisa de Paula era una lección de amor por sus raíces.
Hoy, mientras el tambor parece guardar un doloroso silencio en su honor, su ritmo esencial se ha quedado con su gente. Se escucha en el murmullo del viento que mece las palmas y se siente en la cadencia de quienes tomarán el relevo, inspirados por su inquebrantable compromiso.
El canto de Paula Uribe es ahora leyenda; su baile, una estrella en el firmamento cultural de Aragua.
Con información de: Con profunda tristeza y un inmenso vacío, la tierra del estado Aragua despide a una de sus hijas más queridas, vibrantes y emblemáticas: Paula Uribe, defensora incansable de la tradición de San Juan Bautista.
La partida de esta nativa del pueblo de Aponte, en Ocumare de la Costa de Oro, deja un silencio inmenso en el alma de la cultura sanjuanera. Su latido, aunque hoy se detiene en su cuerpo, resonará eternamente en el sonido de los tambores que ella tanto amó y defendió.
Paula Uribe no fue solo una cultora; fue la memoria viva, la guardiana de la tradición y la voz auténtica que cantaba con la fuerza de la fe y la alegría de la devoción. En cada golpe de tambor y en cada verso dedicado a San Juan Bautista, ella entregó su espíritu, manteniendo viva una herencia que define la identidad del estado Aragua.
Su legado no se mide en años, sino en la pasión indomable con la que danzó, enseñó y defendió sus raíces. Fue maestra de generaciones, un faro que guio a jóvenes y adultos por el camino de la cultura, asegurando que el fuego de San Juan jamás se apagara. Cada baile, cada encuentro y cada sonrisa de Paula era una lección de amor por sus raíces.
Hoy, mientras el tambor parece guardar un doloroso silencio en su honor, su ritmo esencial se ha quedado con su gente. Se escucha en el murmullo del viento que mece las palmas y se siente en la cadencia de quienes tomarán el relevo, inspirados por su inquebrantable compromiso.
El canto de Paula Uribe es ahora leyenda; su baile, una estrella en el firmamento cultural de Aragua.
Con información de: VTV
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