Hoy, al amanecer en la Perla del Caribe, el viento trae consigo el eco de un pasado glorioso. En las faldas de la montaña de Matasiete, a lo lejos, casi se puede escuchar el estruendo de los cañones y los gritos de guerra de una jornada que cambió el destino de Venezuela. Un día como hoy, hace 208 años, la historia de la independencia se escribió con la valentía de un pueblo que se negó a arrodillarse.
El año 1817 fue un tiempo de férrea resistencia en Margarita. El temible general español Pablo Morillo, conocido como «El Pacificador», había desembarcado en la isla con un ejército formidable, dispuesto a sofocar de una vez por todas la insurrección. Después de una campaña de devastación y asedio, Morillo se creía victorioso. Sin embargo, no contaba con la inquebrantable determinación de los margariteños.
El 31 de julio, Morillo, convencido de su superioridad numérica y militar, lanzó un ataque final contra las fuerzas patriotas que se habían atrincherado en las laderas de la montaña de Matasiete. Los realistas avanzaban con la certeza de una victoria aplastante. Pero lo que encontraron fue una muralla humana.
Al mando del Coronel de Granaderos Francisco Esteban Gómez, un hombre de profundas raíces insulares, los margariteños transformaron la montaña en una trinchera natural. No solo se defendieron con fusiles y bayonetas, sino que la misma geografía les sirvió de aliada. Las empinadas pendientes y la densa vegetación de cocales se convirtieron en un laberinto mortal para los españoles.
La batalla fue una carnicería. Los patriotas, conocedores del terreno, emboscaban, se defendían con astucia y repelían cada embestida. La lucha fue feroz y sangrienta, dejando héroes en el campo. Fue en esta gesta que cayó en combate el Comandante Crisróbal Tenías, un valiente nativo de La Asunción, cuyo sacrificio se sumó a la larga lista de mártires de la independencia.
Al caer la tarde, Morillo se vio obligado a retirar a sus tropas, diezmadas y desmoralizadas. La derrota fue humillante para un general que hasta entonces se consideraba invencible. La Batalla de Matasiete no solo significó una victoria militar, sino que fue un golpe moral demoledor para el ejército realista. Demostró al mundo que la libertad no era un ideal, sino una realidad palpable defendida con la vida en la Perla del Caribe.
El triunfo de Matasiete consolidó a Margarita como un bastión inexpugnable de la causa independentista. Hoy, al mirar hacia esa montaña que se eleva majestuosa, los margariteños recuerdan que la libertad no se regaló, se conquistó con la sangre y el coraje de sus antepasados. Francisco Esteban Gómez, Cristóbal Tenías y todos los héroes anónimos que lucharon aquel día, nos recuerdan que la defensa de la patria es un legado que late en el corazón de esta isla.
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