Según datos aportados por diferentes historiadores, la Capitanía General de Venezuela tenía para 1810 una población diversa, los blancos eran cerca del 20% de un total de casi un millón de habitantes, y éstos a su vez se dividían en blancos de orilla, fundamentalmente comerciantes y artesanos, y los mantuanos o grandes cacaos, dueños de grandes extensiones de tierras cultivables y de esclavos. Los esclavos negros y los pardos (hombres libres que podían emplearse en diversos oficios), eran cerca del 61% y los indígenas aproximadamente el 18%.
La sociedad venezolana del siglo XIX, con trescientos años de costumbres y tradiciones, difícilmente iba a cambiar de la noche a la mañana su manera de ser y pensar, para buscar la independencia radical de la madre España.
Un ejemplo de lo lento que puede ser un cambio de mentalidades lo tenemos en Simón Rodríguez, quien en su avanzado proyecto pedagógico, mantiene lo tradicional, (que los niños pardos pueden estudiar, pero separados de los niños blancos y que éstos debían demostrar su calidad de blanco, presentando su partida de bautismo); es decir: “con la modernidad todos podemos educarnos, pero separadamente.”
El cambio se fue gestando aproximadamente durante cerca de cincuenta años, cuando lo moderno fue internándose en lo tradicional, y las mentalidades se fueron nutriendo de información llegada de Europa, que hablaba de igualdad y libertad, aunque dichos términos no fueran asimilados completamente por la élite de la Capitanía General de Venezuela.
Al analizar los llamados movimientos pre-independentistas venezolanos, como la Conspiración de Manuel Gual y José María España (1797), vemos que los mantuanos caraqueños, rechazaron de plano los postulados de igualdad que dicho movimiento impulsaba, y pusieron a la orden de las autoridades muchos de sus esclavos y bienes para ayudar a solventar la situación y mantener el orden establecido.
Y esta misma actitud la mantuvieron cuando, en 1806 Francisco de Miranda desembarcó en las costas de La Vela de Coro, y fue rechazado rotundamente por los coreanos y los caraqueños al unísono.
La sociedad venezolana no estaba interesada en alterar la división de clases que ya existía; en realidad los mantuanos le tenían TERROR a una posible sublevación de esclavos como la ocurrida en Haití, y no querían compartir su poder económico con los blancos españoles y canarios y mucho menos con los pardos.
Además los mantuanos deseaban ponerle freno a las pretensiones de los pardos, quienes se habían reproducido ampliamente, y eran hombres libres con un oficio digno y en algunos casos hasta propiedades, como pequeñas haciendas, con pocos esclavos y casas que generalmente alquilaban como tiendas. Los pardos hasta tenían su propia iglesia en Caracas, la de Altagracia.
Hay que mencionar también que los pardos a su vez se sentían más que los esclavos negros o la gente de color, que no tenía propiedades; como se demuestra en una carta que le envían en 1774, los oficiales del Batallón de Pardos de Caracas, al Capitán General, en la que le solicitan que se excluya de dicho batallón a uno de sus miembros ya que éste no tiene la misma calidad: …cuando no sea zambo, es tente en el aire, y por consiguiente enteramente excluido de la legitimidad de pardos…
Los criollos principales siempre tuvieron contacto con personas de diferentes regiones de Europa y América, gracias a los puertos por donde llegaban ingleses y franceses con sus libros y panfletos, como Los Derechos del Hombre y del Ciudadano, además de las obras de Charles Louis de Montesquieu, Jean Jacob Rousseau y Voltaire.
Los mantuanos caraqueños (propulsores intelectuales de la revolución política en la Capitanía General de Venezuela), adecuaron los escritos que expresaban la modernidad, que tanto les habían influenciado, a sus intereses políticos, sociales y económicos.
Aunque la iglesia católica fue muy cercana a la monarquía, se dio el caso de sacerdotes independentistas, como el Padre Navarrete: quien también adecuó su religión a la modernidad al expresar que: “se puede ser independentista y católico al mismo tiempo.”
Los mantuanos no utilizaron todos los postulados de la revolución francesa que tanto admiraban, como nos dice el profesor Elías Pino, 1991: “…en los aspectos político y social (…) no aceptaron el concepto de soberanía popular tal cual se presentó en las proclamas de la revolución francesa, ni sus “teorías impracticables” de igualdad.”
Porque la idea era cambiar las autoridades españolas, por autoridades criollas escogidas por lo mantuanos dentro de sus propias filas y así ser ellos los que controlaran el poder político, económico y social; sin permitir que los pardos, ni españoles peninsulares y canarios adquirieran un estatus igual al de ellos.
Y ni pensar en la eliminación de la esclavitud (base de la economía de sus haciendas), lo que ni el Libertador Simón Bolívar logrará cristalizar con la independencia venezolana.
Al analizar estos sucesos podemos apreciar que los mantuanos no deseaban iniciar una independencia, y se mantuvieron fieles al rey y a la monarquía, que era la tradicional forma de gobierno que habían tenido en Caracas en los últimos trescientos años; sólo querían aprovechar la situación para hacerse del poder político que les había sido esquivo por tanto tiempo.
Y que les permitiría tomar el control de muchas de las decisiones económicas que tanto le interesaban, sobre todo en una época de expansión mercantil mundial en la que las colonias hispanoamericanas se estaban quedando atrás; y ellos lo que deseaban era participar del libre comercio, para aumentar sustancialmente sus ganancias.
La mentalidad de las personas involucradas en el surgimiento de la independencia venezolana no era homogénea, ni uniforme, venían de ser una sociedad absolutamente tradicional y no les fue fácil deslastrarse de las costumbres arraigadas desde hacía muchos años.
En cuanto a la religión y a las diferencias entre las clases sociales, la mentalidad fue cambiando muy poco a poco, porque esto es difícil, y requiere de años para pasar a ver al pardo como un igual, y de muchos más para dejar de pensar en que la religión es una cosa, y la política y la economía otras muy distintas, y que los esclavos también eran seres humanos.
Los pardos fueron para los mantuanos un hueso duro de roer, porque si bien no les interesaba para nada darles el título de ciudadanos no tenían más remedio que hacerlo, o de lo contrario su independencia no tendría sustento y podría perecer al nacer.
El desarrollo de los acontecimientos, y el cambio en los actores principales de la lucha independentista, fueron modificando los intereses y enrumbándolos hacia la independencia total de la corona española; lo que conllevó a cambios paulatinos en el imaginario popular de la gran mayoría de la población venezolana, que se debatía entre lo tradicional y lo moderno, entre la religión y la ilustración, y entre el ser español americano y ser Venezolanos, aunque aún faltaba mucho camino que recorrer para lograrlo.

19 de abril de 1810. Juan Lovera, 1835, óleo/ tabla, alto: 98 cm / ancho 139 cm
Esta obra tiene la siguiente inscripción: Cuadro de la resolución acaecida el 19 de abril de 1810 en la ciudad de Santiago de León de Caracas ahora capital de la República de Venezuela. El Tumulto se efectuó entre el frontispicio de la Iglesia Catedral y la balaustrada de la plaza hacia el Oriente. Los personajes inmediatos al Capitán General son ilustres cabildantes que le precisaron a pasar a la Sala Consistorial donde quedó sellada la Gloriosa revolución que ha dado independencia y libertad a casi todo el nuevo mundo.

Fotos: Alvin Prato
Texto y Recopilación: Grecia Salazar Bravo
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