En 1964, Venezuela se paralizó. La tragedia no llegó a través de una onda tropical o de un terremoto, sino con el colapso de un puente en el majestuoso Parque La Llovizna, en el estado Bolívar. El 23 de agosto de ese año, una excursión que celebraba la XIX Convención Nacional de la Federación Venezolana de Maestros terminó en luto cuando 37 educadores murieron ahogados en el turbulento río Caroní.
Una celebración convertida en pesadilla
Más de 400 docentes, provenientes de todo el país, se congregaron en Guayana para conmemorar su convención. El domingo fatal, la delegación aceptó la invitación de la municipalidad de San Félix para una fiesta en una de las islas del río Caroní. Para llegar a ella, debían cruzar un puente colgante de madera, una estructura precaria de 22 metros de largo que se balanceaba con cada paso. A pesar de los maderos pegados sobre hierros endebles y los tensores que sujetaban las guayas, el puente no tenía la capacidad para soportar la cantidad de personas que se atrevieron a cruzarlo.
Los maestros, fascinados por la belleza de las cascadas y el verdor del paisaje, se detuvieron a tomar fotos. El puente se llenó. Y de repente, el silencio del parque se rompió con un estruendo. Los tubos de la armadura en los extremos de la estructura cedieron, incapaces de soportar el peso. La pasarela se desplomó.
Testigos del suceso relataron que la escena fue tan rápida como aterradora. Los cuerpos cayeron 20 metros hasta las aguas del río Caroní, que fluían a una velocidad de cien kilómetros por hora. Entre las olas, se asomaban las cabezas y los brazos de los educadores, quienes luchaban por mantenerse a flote y aferrarse a cualquier cosa, una roca o una raíz, que los ayudara a escapar de las fuertes corrientes que rápidamente los arrastraron.
Un país en duelo
La noticia estremeció al país. Las emisoras de radio y los canales de televisión transmitían incesantemente sobre las labores de la Comisión Única de Rescate, mientras bomberos y voluntarios trabajaban sin descanso. A pesar de la tragedia, el esfuerzo conjunto logró rescatar a muchas personas que, agarradas de la vegetación o de las rocas, esperaban ser salvadas. Además, 150 maestros que quedaron aislados en los islotes, observando con horror la catástrofe, pudieron ser trasladados a tierra firme.
El gobierno del presidente Raúl Leoni decretó tres días de duelo nacional. La tragedia incluso golpeó a la familia presidencial, ya que la sobrina de la primera dama Menca Fernández de Leoni, la secretaria Irene Fernández, estaba entre los fallecidos.
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