En el Jueves Santo, el hecho principal parece ser la «última cena». Se le califica como la despedida de Jesús de sus discípulos.
No soy teólogo pero observo este hecho, como un momento especial y donde Jesús fue haciendo cosas, que los diferentes evangelios (Juan, Mateo, Marcos, Lucas) fueron interpretando con pequeñas diferencias.
No es solo por lo que dijo: «Este es mi cuerpo y este es mi sangre». Ese momento tiene pequeños momentos de singular importancia para un cristiano. No es lo que yo pudiera llamar erróneamente un ritual, pero a veces creo, que lo hacemos como una especie de ritual y no lo es.
Desde mi perspectiva de lector; Jesús con los discípulos (que no fueron muy entregados en sus momentos), nos fue modelando un modo de vida. La cena (última) es parte de ese proceso y una manera de observar dos temas centrales en el proyecto de vida de Jesús: Servir y dar.
«Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió».
Preciso; no soy teólogo. Me acerco a este momento como una persona y lo observo. No es lavar lo pies de alguien. Es más bien, el don de servir. Jesus, el líder, el maestro y el centro de la última cena, al lavar los pies no dijo, hagan esto una vez en su vida y cumpla con un acto de humildad y bondad. Servir es la vida.
«Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros».
En otra parte de este texto se lee: «El siervo no es mayor que su señor». El S E R V I R es como elemento transversal en la vida de un cristiano. No es la cena de despedida, sin los simbolismos que hay en el momento de ese hecho.
«Este es mi cuerpo y está es mi sangre». No puedo entender esto, sin pensar en el don de DAR. En la relación de Jesús con los discípulos se observa siempre está conducta: El dar.
En Mateo 14:13-21 «Traigan acá los panes y los peces», les dijo. Y ordenando a la muchedumbre que se sentara sobre la hierba, Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos. Después partió los panes y se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud. Todos comieron y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas. Y los que comieron fueron unos 5,000 hombres, sin contar las mujeres y los niños»
¿Un milagro? Seguro que fue un milagro, pero siéndolo, marca de una manera ejemplar, el don de dar y la idea de compartir.
Décima
Los pies, yo les he lavado
siendo el maestro eso dijo.
Como el padre lava al hijo;
servir, es don que he dejado.
Mi cuerpo les he entregado
esto pudo demostrar.
Es esencial el amar
y por supuesto servir
no me vine a despedir;
dones pretendo dejar.
Texto y Décima: Evaristo Marcano Marín
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