Cheché se asomó por la ventana y de repente sintió un cambio brusco. Vio que los zamuros que se acicalaban en el viejo muco que está al fondo de la vieja casa que en otros tiempos fue de la Sra. Petra Villarroel, saltaron como impulsados por una fuerte carga de energía. Al saltar, volaron alto como si pretedieran huir de algo formidable y cargado con un tenebroso misterio.
Hacia el cerro, todo se volvió oscuro y Cheché se acordó de aquella tarde en la que el pueblo todo fue azotado por un brisa fría y una nube negra como una larga manta, lo cubrió todo. Vino luego una noche espantosa o formidable y las puertas de las casa se cerraron por el miedo.
En aquella noche se sintieron correr almas oscuras y espantosas por las calles del pueblo. Cheché fue atrapado por un profundo sueño y ya al amanecer, despertó y toda aquella espantosa noche, moría frente a los bellos y claros rayos de sol que despertaba.
Texto: Evaristo Marcano Marín
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