La comunidad asuntina se viste de luto por el fallecimiento de Enérida Salcedo, la icónica empanadera de la plaza Luisa Cáceres de Arismendi. Con su partida, se cierra un capítulo de más de 50 años de tradición y sabor que deleitó a generaciones de neoespartanos, dejando un vacío en el corazón de la capital de Nueva Esparta.
Nacida en una humilde casa de la calle Bolívar, en Santa Ana, Enérida Salcedo creció en una Asunción de respeto y cordialidad. Asistió a la escuela Luisa Cáceres de Arismendi y disfrutó su juventud al ritmo de las retretas de la Banda del Estado, en la misma plaza que años después se convertiría en su hogar de trabajo.
Madre de nueve hijos, su historia de emprendimiento comenzó con una necesidad. Tras años de lavar y planchar ropa, decidió instalar un pequeño puesto de empanadas, donde con apenas cuatro bolívares iniciales, encontró el camino que marcaría su destino.
Optimista y con una memoria prodigiosa, Enérida solía recordar con nostalgia los aguinaldos y parrandas que unían a la isla en la plaza. A pesar de los retos económicos y el alto costo de los insumos que enfrentó en sus últimos años, siempre mantuvo la convicción de que sus empanadas seguirían siendo un manjar para todos.
Su legado va más allá de la gastronomía. Enérida Salcedo es recordada como un ejemplo de lucha y amor incondicional por su familia. Su puesto en la plaza Luisa Cáceres de Arismendi, hoy en silencio, deja una huella imborrable en la memoria colectiva de los asuntinos.
Con información de: Red Rec Noticias y Mario Guillén (Sol de Margarita)
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