En el vasto y melancólico paisaje de la música llanera venezolana, pocas figuras resuenan con la autoridad y el arraigo de Eneas Perdomo. Nacido un 11 de julio de 1930 en El Yagual, estado Apure, este inmenso cantante y compositor se ganó a pulso el apelativo de «El General en Jefe del Canto Venezolano«, un título que no solo honra su maestría vocal y autoral, sino también su papel como embajador incansable de la cultura y el sentir del llano.
La vida de Eneas Perdomo fue, en sí misma, una copla andante. Desde muy joven, sus raíces llaneras marcaron su destino, sumergiéndose en el folklore, los cantos de ordeño, los desafíos de contrapunteo y la vida rural que tan magistralmente plasmaría en sus composiciones. Su voz, profunda y melancólica, se convirtió en el eco de ríos, sabanas y amaneceres apureños, llevando la esencia del llano a cada rincón de Venezuela y más allá.
La discografía de Eneas Perdomo es un tesoro de la música venezolana, repleta de temas que se han convertido en verdaderos himnos y que son interpretados por generaciones de artistas. Su pluma, tan prolífica como su voz, dio vida a canciones que capturan la belleza, la rudeza y el espíritu indomable del hombre y la mujer llanera.
Entre sus composiciones más icónicas destaca, sin duda, «Fiesta en Elorza«. Más que una canción, es una celebración cultural que describe con vibrantes detalles la algarabía de las festividades en este pueblo apureño. Lanzada en 1974, esta tonada se convirtió en un éxito arrollador y sigue siendo un infaltable en cualquier parranda llanera, coreada por todos, desde niños hasta abuelos. Es un testimonio de su habilidad para convertir una vivencia local en una pieza universal de alegría y tradición.
Pero la genialidad de Perdomo no se limitó a la fiesta. Temas como «El río Apure», «Semana Santa en Achaguas» y «Adiós Barrancas de Arauca» son solo algunos ejemplos de su capacidad para pintar paisajes sonoros y evocar sentimientos profundos de nostalgia, amor por la tierra y orgullo por las tradiciones. Sus letras, cargadas de poesía sencilla pero profunda, conectaban directamente con el alma de quien las escuchaba, narrando historias de amor, desamor, faenas llaneras y el transcurrir de la vida en la inmensidad de la sabana.
Eneas Perdomo no solo cantó y compuso; fue un defensor y promotor incansable de la cultura llanera. Su figura imponente, su sombrero y su cuatro se convirtieron en símbolos de autenticidad. Recorrió el país y el mundo, llevando el joropo y las tonadas apureñas a audiencias diversas, consolidando el estatus de la música llanera como una de las expresiones artísticas más auténticas y reconocibles de Venezuela.
Su legado musical es un pilar fundamental del folclore nacional. Artistas de todas las generaciones han versionado sus temas, asegurando que la voz de Perdomo y sus composiciones continúen sonando y emocionando. Él demostró que el llano no era solo un espacio geográfico, sino un universo de emociones, sonidos y relatos que merecía ser cantado con la más profunda devoción.
Eneas Perdomo falleció en 2011, pero su partida no significó un adiós para su música. Cada vez que resuena una de sus coplas, cada vez que un cuatro acompaña una de sus melodías, revive recordándonos la riqueza inagotable de nuestra tierra y la fuerza de un artista que supo eternizarla en cada nota.
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