Leyendas Venezolanas: Playa del muerto y el perro

En la península de Macanao, isla de Margarita, la tierra se funde con el mar en paisajes áridos y solitarios, escenario de historias tan antiguas como el tiempo. Una de ellas es la «Leyenda de la playa del muerto y el perro», un relato que, más allá de la fantasía, hunde sus raíces en un hecho real que sucedió en 1786.

En aquel entonces, un barco francés llegó a la costa entre Las Barrancas y el Morro Blanco. Lo que prometía ser una tranquila llegada se convirtió en una tragedia: sus tripulantes se amotinaron y, con una crueldad que el mar no pudo borrar, asesinaron al piloto y al capitán Carlos Achar. Sus cuerpos quedaron en esa playa, convertidos en testigos silenciosos de la traición.

Pero la historia no termina con el crimen. El capitán tenía un fiel compañero, un perro que se negó a abandonar a su amo. Durante días y noches, el animal permaneció junto a la tumba improvisada, su lealtad manifestándose en un lamento constante, un aullido que se mezclaba con el sonido de las olas y el viento de la península.

Pasó el tiempo y el perro desapareció, como si su corazón roto lo hubiera llevado a buscar un rincón de paz. Sin embargo, años después, su figura regresó a la misma playa, al lugar donde su amo fue sepultado. A partir de ese momento, el lamento del animal se convirtió en un fantasma sonoro.

La leyenda cuenta que, en ciertos años, durante los meses de agosto y septiembre, aún se puede escuchar en las noches el llanto lastimero del perro. Es un eco de la lealtad más pura, un recordatorio de un amor incondicional que trascendió la vida y la muerte. Así, la playa del muerto y el perro no es solo un punto geográfico en Macanao, sino un lugar donde la historia, la traición y la fidelidad se entrelazan para siempre en un lamento eterno.

Fuente: Heraclio Narváez

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