Lorimer Rojas: La mirada que capturó el alma de Nueva Esparta

Lorimer Rojas: La mirada que capturó el alma de Nueva Esparta

Hoy, en lo que hubiese sido su 81 cumpleaños, recordamos la vida y el legado de Lorimer Rojas, un hombre cuya mirada trascendió el lente de su cámara para inmortalizar la esencia de Nueva Esparta. Nacido el 13 de junio de 1944 en Punta de Piedras, Municipio Tubores, este margariteño se convirtió, no solo en un prolífico fotógrafo, sino en un verdadero Patrimonio Cultural Viviente del Estado Bolivariano de Nueva Esparta, un reconocimiento que recibió en 2020.

Desde su infancia, Lorimer se estableció en Porlamar, donde sus inquietudes intelectuales lo llevaron a estudiar matemáticas en la Universidad de Oriente y a participar en seminarios para el mejoramiento de la enseñanza de las ciencias. Paralelamente, su pasión por la música lo llevó a aprender clarinete con el maestro Don Lino Gutiérrez y en la Escuela de Música Inocente Carreño, forjando una sensibilidad artística que más tarde se fusionaría con su amor por la naturaleza y la fotografía.

Un Lente al Servicio de la Memoria Insular

La vocación fotográfica de Lorimer Rojas floreció desde temprana edad, influenciado por la cámara de su padre. Su formación en Hemphils School, el Centro de Formación Audiovisual Luís Savignac Batistini, y seminarios con maestros como Mario Mohíno y José Voglar, le brindaron las herramientas para desarrollar un estilo propio, profundamente arraigado en la documentación cultural.

Su trayectoria laboral es un testimonio de su compromiso con la comunidad y el arte. Además de ser un respetado profesor de matemáticas en el Liceo Vicente Marcano, Lorimer se desempeñó como Reportero Gráfico Cultural para la Dirección de Cultura de Nueva Esparta, fotógrafo oficial de la Agrupación Coral «Niños Cantores de Margarita» y profesor de fotografía en blanco y negro. Su ingreso al Círculo de Reporteros Gráficos de Venezuela en 1982 consolidó su estatus como profesional. Las décadas de los 80 y 90 lo vieron capturando la alegría de los Festivales de Diversiones, las vidas de los liceístas y la cotidianidad de la Isla de Coche.

Reconocimientos a una Vida Dedicada al Arte

El invaluable aporte de Lorimer Rojas a las artes fotográficas de Nueva Esparta fue ampliamente reconocido. Fue nombrado «Maestro Honorario» por la UNEARTE en 2014, recibió el Premio CIANE 2015 Manuel R. Pérez «Tucán», y fue homenajeado por la Fundación Casa del Artista en 2016. Estos galardones culminaron con su declaratoria como Patrimonio Cultural Viviente del Estado Bolivariano de Nueva Esparta, un justo tributo a su incansable labor.

Sus fotografías trascendieron las fronteras de las galerías, exhibiéndose en museos, casas de cultura y espacios emblemáticos de Margarita. Obras suyas son parte de las exposiciones permanentes en el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez, el Centro de Arte Omar Carreño y la Biblioteca Rosauro Rosa Acosta, entre otros.

La obra de Lorimer Rojas también embelleció publicaciones de gran valor histórico y cultural, como «Narváez» de Alfredo Boulton, «Nueva Esparta Siempre» de Gladys Bounaffina, y «Porlamar a través del Tiempo» de Eduard E. Caraballo. Sus imágenes adornaron portadas de libros, revistas y folletos, convirtiéndose en un cronista visual de la identidad neoespartana.

Lorimer Rojas construyó una vasta colección de miles de fotografías en papel y negativos, un tesoro visual que abarca décadas desde los 60 hasta los 90. Sus imágenes documentan el acervo e historia cultural de Nueva Esparta, sus personajes, monumentos, paisajes, flora y fauna, así como rincones de Venezuela y viajes familiares.

Casado con María J. Salazar de Rojas, también Patrimonio Cultural Viviente del Estado y fundadora de la Coral «Niños Cantores de Margarita», Lorimer formó una numerosa familia con seis hijos: Maricarmen, Myrian José, Lorimer José, Gerarda Emilia, María Leonor y María Ana Del Valle.

Lorimer Rojas falleció el 19 de enero de 2022, a los 77 años, en su amada Porlamar. Su partida dejó un vacío en la comunidad cultural, pero su legado perdura a través de cada fotografía, cada rostro, cada paisaje que supo capturar con una sensibilidad única. Lorimer no solo tomó fotos; nos regaló una ventana al alma de Nueva Esparta, un patrimonio visual que continuará inspirando a futuras generaciones.

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