Los verbos, según su conjugación, se dividen en regulares, irregulares, defectivos y unipersonales. En esta ocasión me referiré a los primeros, en especial a los irregulares, los cuales dada su complejidad, en muchos casos son conjugados erróneamente.
Recordemos las definiciones de los tipos de verbos. Los regulares son los que en cualquier tiempo o persona no alteran la raíz o las desinencias propias del modelo al que pertenecen: amar / amé, amo, amaré; comer / comí, como, comeré; vivir / viví, vivo, viviré. Los irregulares son aquellos en cuya conjugación aparecen alteraciones en la terminación, en la raíz o en ambas a la vez: caber / cupe, quepo, cabré, y no cabí, cabo y caberé. Estos últimos son “errores” constantes en el habla de muchos niños; quienes, por supuesto, no cometen estos “errores” por ignorancia, sino producto de una intensa actividad mental, que parte de lo que Chomsky denominaba innatismo, término que utilizaba este autor para referirse al conocimiento gramatical innato que el individuo tiene de su lengua.
De acuerdo con esta concepción, el niño durante sus primeros años, incluso antes de hablar, comienza a formarse su propia gramática. Este proceso de formación está fuertemente influenciado por el contexto. Por otra parte, como el niño a su corta edad no está en capacidad de conocer la regularidad e irregularidad de los verbos, es lógico que debido al predominio de los verbos regulares (tomar / tomé, comer / comí, dormir / dormí), haga analogías y generalizaciones, y entonces diga: pusí, cabí, poní, ponió, cabió… Cabe preguntarse si tal actuación lingüística constituye verdaderamente un error. Situación distinta se presenta cuando esos errores son cometidos por adultos, especialmente por profesionales que tienen el lenguaje y la lengua como su principal instrumento de trabajo.
Satisfacer y soldar son algunos de los verbos que usualmente representan un problema para algunos hablantes. Es común leer u oír, por ejemplo, “satisfació” en lugar de “satisfizo”, “satisfacimos” por “satisficimos”, “satisfaceré” por “satisfaré”, “satisfacerían” por “satisfarían”, etc.; y expresiones tales como “yo ‘soldo’ la reja”, “él quiere que le ‘solde’ la puerta”, “él ‘solda’ sin careta”. Ahora bien, ¿qué hacer para no caer en estas “trampas” lingüísticas? Si usted de verdad considera que tiene estas fallas, lo primero que debe hacer es consultar un diccionario de conjugaciones; sin embargo acá le daré algunos “truquitos” útiles. Respecto al verbo “satisfacer”, éste se conjuga exactamente igual que el verbo “hacer”. Sólo agregue a este último la raíz “satisf”, eliminando por supuesto la “h”. Así tenemos que el pretérito perfecto simple de “hacer” es “yo hice”, “tú hiciste”, “él hizo”… y de “satisfacer” es “yo satisfice”, tú satisficiste”, él satisfizo”… El futuro de “hacer” es “yo haré”, “Tú harás”, “Él hará”…, de “satisfacer”, “yo satisfaré”, “tú satisfarás”, “él satisfará”… En cuanto al verbo “soldar”, se conjuga igual que “sonar”: “yo ‘sueno’ la campana / “yo ‘sueldo’ la reja”; “quiere que le ‘suene’ la bocina” / “quiere que le ‘suelde’ la puerta; “él ‘suena’ la corneta” / “él ‘suelda’ sin careta”. ¿Es difícil hablar buen español?
Texto: Prof. Celis Rodríguez Serrano / celisrose@hotmail.com / @CelisRodrguez
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