Nada más común entre nosotros, que asociar al gorila con la violencia. Esto no es una afirmación caprichosa. Está Hollywood con sus películas y tenemos que aceptar también, que en la política durante el siglo XX, se usó la palabra gorila para calificar a algunos políticos como gorila. Si necesitábamos un sinónimo perfecto de violencia, fácil estaba el gorila.
Koko fue un gorila que nació en cautiverio y pudo hablar y expresarse. Supo entender a la humanidad.
Koko nació en 1971 y al cumplir su primer año de vida, estuvo bajo los cuidados de la psicóloga Francine Patterson. Ella le enseñó los signos que utilizan las personas sordomudas y llegó a dominar más de 1000 signos. Ella (Koko) nos entendió tanto, que una ocasión manifestó:
«Koko triste, mueren mis hermanos«. Koko tuvo noticia de que en muchas partes exterminaban gorilas.
En el 2015 le preguntaron su opinión sobre el cambio climático y su opinión fue de avanzada frente al mundo que se llama primer mundo y mundo desarrollado. Koko dijo:
“Soy un gorila… soy flores… soy animales… soy naturaleza, Koko ama al hombre, Koko ama a la tierra, pero el hombre es estúpido, Koko llora«.
Frente a la vida y a la naturaleza, el hombre es tremendamente estúpido. Razón tuvo Koko.
Koko murió a los 46 años y supo decirnos en vida, sobre nuestra falta de humanidad y soberana estupidez.
Texto: Evaristo Marcano Marín
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