El perfume es derivación de la mezcla de aceites fragantes, alcohol y fijadores. Su origen se remonta a la prehistoria. Francia, por más de 200 años ha encabezado la lista de países productores de fragancias; convirtiéndose en un producto de exportación que genera importantes divisas.
De acuerdo a un interesante artículo del historiador ya desaparecido Jorge Mier Hoffman nos señala que: A principios de siglo 19 en los tiempos de la expansión napoleónica por Europa, se ordenó el cierre de las fábricas de perfumes en los países invadidos para beneficiar a la industria francesa.
Alemania no fue la excepción. Para el mejor control de sus ciudades, por parte de las tropas invasoras, sus calles y casas fueron numeradas correlativamente.
En la ciudad alemana de Colonia, se producía un perfume en una factoría censada con el número 4711. Al interrogar al dueño por el grato olor percibido y este a sabiendas de cierres a otros fabricantes similares, les contestó que no fabricaba perfume, que allí se producía agua medicinal para frotar y aliviar los dolores. Agua de Colonia dijo, agua de colonia 4711.
Siguiendo el relato de Mier Hoffman, Simón Bolívar se encontraba en Hamburgo en 1.806, para trasladarse a los Estados Unidos, y en esa oportunidad conoció la que sería su colonia preferida por toda la vida, Agua de Colonia 4711.
Después de cada baño, el Libertador se ponía cantidades generosas de la fragancia. Frotaba todo su adolorido cuerpo.
Junto a su mayordomo, José Palacios, se dirigía a la caballeriza para asegurarse que los caballos estuviesen bañados, comidos, peinados y las herraduras perfectas. … Personalmente chequeaba el correaje y silla de montar.
Terminada la revisión, rociaba con el agua de colonia 4711 los caballos, bestias de carga y hasta a su perro.
Sus soldados hacían bromas, en caso de caer prisioneros, ubicar al General Bolívar sería fácil, con sólo seguir la fragancia alemana.
Otra de las anécdotas de Bolívar y su adicción al Agua de Colonia 4711, la escribió El Dr. Próspero Reverend médico de cabecera en Santa Marta, cada vez que tenía que atenderlo rociaba su habitación de enfermo. Bolívar le recriminaba: “Usted huele a remedio” mientras vertía el dulce aroma en todos los lugares donde pisaba el galeno.
Recopilación: Argenis Heredia
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