¡Viva la Virgen del Valle!

¡Viva la Virgen del Valle!

Décimas de: Raúl Salmerón (El currañatá cantor)


Jubiloso, el oriental,
con alegría pregona
su fe en la Santa Patrona,
nuestra Madre Celestial.
De una bondad proverbial
su historia es rica al detalle
que en el hogar y en la calle
el pueblo exalta con gozos,
por ser dones prodigiosos
de nuestra Virgen del Valle.

En faena disipada
estaba inmersa Cubagua:
gran vicio, taberna, enagua,
corruptela desatada…
La población, preocupada,
para subsanar la afrenta,
hacia mil quinientos treinta
alivió el momento aciago
y en la Iglesia de Santiago
la bella imagen presenta.

Era el guaiquerí explotado
desde el alba hasta la noche;
perla con sangre en derroche:
a España iba todo enviado.
A fuego le era tatuado
en frente y brazos la “C”
de “Cubagua” y en el pie,
como esclavo, la cadena
que agigantaba la pena
y aminoraba su fe.

Un día, como otro alguno,
al infiel como al devoto
les castiga un maremoto
(mil quinientos cuatro uno).
Tal evento inoportuno
ni rozó a la virgencita,
que llevada a Margarita
fue adorada por la indiada,
pues al verse ya librada
en su honor le hizo una ermita.

Mil seiscientos ocho, estaba
La Isla envuelta en el estío:
triste el pozo, seco el río,
la sed ingente campeaba…
Mientras por agua clamaba
salió el pueblo en procesión
y al llegar a La Asunción
con La Virgen, ¡bramó un trueno!
y el cielo en su desenfreno
liberó un gran chaparrón.

Era el año diecisiete,
corría la independencia,
Guerra a Muerte sin clemencia
en el Cerro Matasiete.
Pablo Morillo arremete
queriendo infligir derrota,
mientras una dama ignota
a nuestros héroes curaba
y al mismo tiempo animaba:
era la Virgen Patriota.

Domingo, fiel pescador
de pulmón, brío y agalla,
un día pisó una raya,
desgarrándole el dolor.
“Amputar” -dijo el doctor-
y su esposa se consterna
pidiendo a la Madre Eterna,
quien pronto obró maravilla…
Hoy vemos en la capilla
la perla en forma de pierna.

De Juan Griego a Maturín
y de Píritu a Macuro,
el sentimiento más puro
nos une hacia un mismo fin.
Oriente es hoy un jardín
y extensión de Margarita,
donde cualquier pena o cuita
se tornó en hondo fervor,
al amparo del amor
de nuestra Virgen Bonita.

Un hecho extraordinario
nos convoca en forma armónica:
la Coronación Canónica
cumple un nuevo aniversario.
Rebosará su santuario
en el Valle Sacrosanto
y el pueblo alzará su canto
rindiendo a María honor
y ella, con “Célico Amor”,
nos cubrirá con su manto.

Virgen del Valle purísima,
sin pecado concebida,
eres faro de mi vida,
Reina de bondad altísima.
Bendice, Madre Dulcísima,
a tu pueblo en oración;
concede la salvación
a quienes hoy por ti oramos,
protege a los que imploramos
con fe en tu celebración.

Recopilación: Evaristo Marcano Marín

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