Los Cachos de Marunga: Grito de Carnaval

A finales de los sesenta había un grupo de jodedores de Porlamar, algunos casi bachilleres y otros que ya hacían vida universitaria. Cualquier vacación o “suspensión de clases” por causas de la renovación universitaria que encabezaba la UUUCV, bastaba para que unos salieran de la pensión donde vivían por no tener familia en la capital, se vinieran a Margarita a comer caliente a tiempo y echar vaina. Algunos se quedaban porque se entusiasmaron en las lides estudiantiles y otros, al no tener para venirse, hacían ver que estaban en la candela y dárselas de líder- aguajeros al fin. Una vez se reunió a celebrar Año Nuevo un buen  grupo entre los que se recuerdan a Alfredo Fermín– quien pensaría que 40 años después de su carrera como periodista en Valencia, recibiría el doctorado Honoris Causa de parte de la Universidad de Carabobo–  Raúl León y su hermano Alberto “Betoca”, Rodolfo “Yopo” Rojas, Hernán “Nancho” Rosario, Henry “Viejito” Romero”, Carlos “Marunga” Mujica, Sergio “Chinto” Díaz, Jaime “Garapiño Mion” Herrera; algunas amigas entre las que se contaban Delita Rosario; Marisela, Anita y Betsy Ramos; Zaida y Lourdes Ordaz;  Luisita Rosario, Zoraida Jiménez, las hermanas  Martha y Maurys Hernández. Al grupo lo llamaban “Las Boquitas” porque en cualquier parranda o fiesta que hacían, bebían y comían de todo, salvo una que otra excepción, pero sin llegar a extremos.

Estaban armando una parranda y el harto conocido y echador de vainas César “Barón”  Ramos, amigo de los del grupo, les prestó el símbolo de un tiburón que había servido para una diversión.

_ ¡Aquí tienen grandes carajos! Vayan a bailar esa vaina porai, cobren con aguardiente y comía y nada de real– les dijo entregándole el símbolo.

_ ¡Coño que vaina tan buena! Yo mismo soy quien lo va a bailar- dijo Alfredo muy entusiasmado cargando al animal para bailarlo. Arrancó  la parranda desde la avenida El Paseo en la esquina de las calles Mariño y La Marina recorriendo las calles todo el día hasta entrada la noche. Marunga tocando el cuatro, Sergio con un charrasco, otro usaba, a manera de tambor, un tobo de plástico que le habían quitado al popular personaje  Pin trompa e’ hierro; también apareció un par de maracas que después se supo, se lo robaron en una de las casas que visitaron. Improvisaban versos y aguinaldos a la gente que pedían le bailaran la diversión; el coro era cantado por todos incluyendo a los que a poco a poco se iban incorporando a la jodedera: Este tiburón / que vino de Araya / lo pescó Alfredo / en la orilla e’ la playa/. Esto entusiasmó tanto a la gente que Marisela Ramos dijo a todo pulmón:

_ Bueno muchachos ¿Qué les parece si aprovechamos esta vaina tan buena y damos el grito de Carnaval de una vez?

_ ¡Qué buena idea! Entonces – gritó alguien: ¡Qué viva el carnaval de Margarita el mejor de todos! ¡Qué viva nojoda! gritó el resto de los parranderos,  convirtiéndose así en uno de los tantos gritos de carnaval de la isla que se dio en Porlamar; después cada sector y cada pueblo se fueron sumando para hacer su fiesta particular.

Llegó el mes de febrero y con él la celebración del carnaval; parte del grupo se entusiasmó y se incorporó a una comparsa que organizó la familia Díaz Pérez de la calle Mariño, quienes habían ganado el primer premio el año anterior con una comparsa llamada “Los Payasos” muy original. Esta vez el motivo era un “Zoológico” representando  animales domésticos y  salvajes. La comparsa obtuvo de nuevo el primer premio y la premiación se hizo frente al hotel Bella Vista donde terminaba el último desfile y la fiesta; allí al final de la calle Igualdad y donde comienza la avenida Santiago Mariño, antes llamada avenida Nueva Esparta. Para el  momento de la premiación había muchísima gente ya que los turistas venezolanos y extranjeros siempre venían en gran cantidad a la isla. Entre los miembros del jurado estaba la recordada dirigente de Acción Democrática,  gran luchadora social y nativa de Punta de Piedras doña Esther Gil. Como era muy popular y jodedora, le pidieron que le echara vaina a la iguana; esperó que pasaran todos los “animales” y cuando la iguana iba subiendo a la tarima, esta, haciendo de las suyas, tomó el micrófono y metiéndole la mano entre las piernas a la iguana le dijo al público con una sonrisa jocosa:

¡Carajo! Esta iguana como que está güevá! ¡Mayor poco e’ güevos que tiene esa bicha! Y la  gente riéndose por la gracia de Esther. Se les pidió a los integrantes de la comparsa despojarse de las caretas y el de la iguana resultó ser Carlos “Marunga”  Mujica. Como en esa época todos se conocían no faltó el grito jodedor:

_ ¡Coño Marunga te fuiste a burro! ¡Tremendo premio esa caricia de Esther Gil!

Recopilación: Carlos «Marunga» Mujica

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