Cada 4 de octubre, mientras la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Francisco de Asís, el patrono de los animales y la naturaleza, una tradición meteorológica y cultural resuena en Venezuela y gran parte de Hispanoamérica: el Cordonazo de San Francisco. Más que una simple creencia popular, este fenómeno ha marcado por siglos el pulso de la temporada de lluvias en el país, trayendo consigo fuertes aguaceros, truenos y la promesa, según el mito, de un cambio en el clima.
¿Qué es el «Cordonazo»?
El «Cordonazo de San Francisco» es el nombre tradicional que se le da a un período de fuertes lluvias, vientos intensos y tormentas eléctricas que suele manifestarse alrededor del 4 de octubre, coincidiendo con la festividad del santo.
- En la Meteorología: Los expertos lo identifican como un patrón atmosférico o una coincidencia estacional que marca el clímax o el inicio del fin de la temporada de lluvias en Venezuela. Durante septiembre y octubre, el país es propenso a la formación de vaguadas y la influencia de Ondas Tropicales en el Caribe, fenómenos que desencadenan precipitaciones intensas, a menudo con la potencia suficiente para causar anegaciones e interrupciones en el servicio eléctrico, especialmente en ciudades como Caracas y la zona central del país.
- En la Leyenda Popular: El nombre se deriva del cordón con los tres nudos que ciñe el hábito de los frailes franciscanos. La leyenda más extendida sostiene que San Francisco de Asís, en su devoción por la naturaleza, agita su cordón o azota las nubes con él para provocar una tempestad divina. Esta intervención celestial sirve para «barrer» los cielos y poner fin al calor sofocante del verano (o la estación seca), anunciando la llegada de un clima más fresco.
Una Tradición Profundamente Arraigada
En Venezuela, la mención del Cordonazo es un clásico en la conversación diaria cuando el cielo se oscurece y los truenos retumban a principios de octubre. Es una herencia cultural de España que se ha mantenido viva y que se repite con fervor en varias regiones, incluyendo a países andinos y caribeños.
Si bien la meteorología moderna no le otorga una base científica directa, la asombrosa frecuencia con la que las tormentas más fuertes de la temporada coinciden con la fecha del santo ha reforzado la fe popular en el «poder» del Cordonazo.
La Devoción y la Lluvia «Bendita»
La asociación con San Francisco de Asís también le otorga un matiz de bendición y purificación. Para muchos, las lluvias del 4 de octubre no son solo un evento climático, sino una manifestación del santo que busca sanar la tierra.
En poblaciones como Boca del Río y el Municipio Península de Macanao en Nueva Esparta, donde San Francisco es el santo patrono, la devoción es palpable. El Cordonazo, aunque a veces cause estragos, es visto como un evento que conecta al santo con el ciclo vital de la naturaleza.
El Cordonazo de San Francisco, por lo tanto, es más que una tormenta; es un hito cultural y natural. Es el recordatorio anual de que en Venezuela, el calendario de los santos y el caprichoso ciclo de las lluvias están inextricablemente ligados.
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