Combate el síndrome de la “Nariz de perro” buscando huellas verdes

¡Papá por favor no me critique más! me quedé sin empleo ¡Ayúdame Papá!  Definitivamente cerró el local nocturno donde por años había trabajado como Sonidista y para colmo ¡no sabía que mi mujer está embarazada y estamos en cuarentena! estoy desesperado, no sé qué hacer. Hijo insisto: Eres tú el que tiene la solución, ¡revísate! ¿Te identificas con la situación descrita? ¿Te sientes despojado del trabajo que por largos años disfrutabas?  Quizás las ocupaciones que por muchos años nos generaron estabilidad actualmente no tienen asidero. 

El síndrome de la “la nariz de Perro” nos  causa verdaderas limitaciones, veamos el por qué: El perro se especializó en desarrollar el olfato y es su único medio para hacer contacto con el entorno, al punto que algunos perros que han quedado ciegos se orientan con el sentido del olfato y si llegan a perderlo quedan como inhabilitados. Así ha sucedido con las ocupaciones que ejercimos durante muchos años, porque solo nos especializamos en ello sin considerar otras  posibilidades de aprender algo diferente. Quizás lo decidimos por rutina para mantener nuestra zona de confort o simplemente no tomamos el más mínimo interés por aprender/ ensayar con algo diferente.

  A manera de ilustración presentamos ejemplos de algunas oportunidades que rechazamos: un  ascenso  para ser promovido a otro cargo en nuestro lugar de trabajo; el cambio para otro departamento y recibir una inducción a fin de cubrir el período vacacional de un empleado. Aceptamos asistir a un programa de capacitación por el único interés  de cambiar de ambiente, sin aplicar o desarrollar los contenidos del curso y hasta llegamos a donar el material a un compañero de trabajo y/o vecino.  Fueron decisiones que tomamos, aún es tiempo para cambiar  y explorar nuestro mundo interior y auto conocernos. Por la sencilla razón que debemos reconocer y desarrollar otras habilidades y talentos. Con ello evitaremos padecer del síndrome de la “nariz de Perro” porque no sabemos hacer otras cosas. Es el mismo el pensamiento estéril que con cierta terquedad  denotan  los Coleadores y  los Toreros “así me muera yo no dejo lo que hago.” Tener un único trabajo como medio y estilo de vida en estos tiempos de pandemia realmente es una debilidad.

Las soluciones están  en nosotros mismos al revisar dos dimensiones: El mundo externo que nos exige “Aprender a vivir en condiciones de cuarentena” y el otro mundo, el interior: ¿qué me falta por aprender/ cambiar como persona, como  pareja, como profesional, como cabeza del hogar? 

En este nuevo tiempo y condiciones de vida es preciso aprender a reconocer las huellas que otros dejan o han dejado en nuestras vidas, porque luego seremos  nosotros a quienes  nos corresponda dejar huellas en los demás. ¿Pero en que consiste eso? Por lo general se les denomina tener “un plan B” o una carta “bajo la manga”  y para algunas personas sencillamente ha sido tener otra fuente de ingresos para resolver determinados momentos de crisis, temporadas bajas o como medio de vida durante los períodos vacacionales o estacionales.  

Huellas verdes nos han dejado muchos futbolistas quienes a consecuencia de las lesiones físicas lograron incursionar en otros ámbitos como asesores deportivos y también en el rol de locutores para eventos deportivos, modelos para ropa, accesorios, incluso protagonistas de series televisivas y hasta cantantes.  Huellas verdes han dejado muchas madres y padres que han asumido ser choferes de trasporte escolar, peluquería, venta de libros, accesorios, artículos de cocina, cosméticos, postres, tortas y dulces siendo su ocupación principal Docentes de aula desde primaria, bachillerato y hasta profesores universitarios. Huellas verdes nos han dejado profesionales de la salud que además de brindar atención asistencial, trabajan como administradores de personal, dictan clases y brindan atención médica desde su hogar y a domicilio. 

En síntesis, las huellas verdes consisten en reconocer y desarrollar el potencial que tenemos en experiencias productivas y momentos significativos con quienes nos rodean. Vinimos a este mundo a servir mas no  para ser  servidos permanentemente. El punto es aprender a llevar la vida con una actitud positiva, esperanzadora y productiva que sea característica de nuestro nuevo estilo de vida, por muy críticos que sean los tiempos que estamos viviendo, pues en esta pausa global se hace necesario reinventarnos para continuar de una u otra manera con un nuevo empleo o siendo emprendedores. De igual forma, es propicio aplicar nuestro interés en actividades de tipo artístico, deportivo, recreativo que nos llenen de satisfacción y sano esparcimiento como ajuste para equilibrar sentimientos, emociones que nos permitan contrarrestar el estrés que generan los cambios que estamos experimentando.

 Aprovecha el momento para reflexionar, hacer una autoevaluación y  definir un nuevo  plan de vida. ¡Les auguramos salud y éxitos en sus acciones!

Profa. Marthelena Martínez.

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