Detalles de la vida y obra de Rucho Velásquez

El flaco Rucho Velásquez “no tenía carne para un pastel”, pero le sobraba inteligencia natural, aptitud que la desparrama en cualquier reunión, escenario o encuentro entre amigos. Cuando lo visitábamos, a mediados de la década del 70, en la casa de su querida madre la señora Magdalenita Rivas de Velásquez, éramos unos adolescentes, casi siempre lo encontrábamos leyendo libros o en un encuentro con algunos amigos que lo visitaban para conversar y aprender de este caballero, hombre sabiondo, que según las mentes consagradas “nació adelantado en generación”.

Varias veces vimos al doctor Ángel Félix Gómez, quien fue después Cronista oficial del municipio Gaspar Marcano, consultando muchas inquietudes cognoscitivas con Velásquez Rivas en su casa. Rucho Velásquez nació el 18 de junio de 1937 en la pintoresca población de Pedregales, parroquia Adrián del municipio Gaspar Marcano, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta. Estudió primaria hasta 4to grado en la escuela Rafael Valery Maza de Pedregales y culminó su 5to y 6to grado en la escuela de la población de Los Millanes. La educación secundaria la hizo entre Margarita y Caracas, egresando como bachiller en Física y Matemática.

El lunes 08 de diciembre de 1958 obtuvo en Caracas el Certificado de Locución, otorgado por el Ministerio de Transporte y Comunicación y le asignaron el número 2288. Trabajó en muchas estaciones de radio del país desde el estado Apure hasta Nueva Esparta pasando por Lara, Caracas y Maturín. Fue docente no graduado, no obtuvo en ninguna Universidad ni Pedagógico de Venezuela un título académico de Pre-grado. El Ministerio de Educación le otorgó un Componente docente para facilitar en bachillerato las asignaturas de: Física, Matemáticas, Castellano y Literatura y otras asignaturas. En vacaciones impartía clases gratuitas en la casa de su mamá ubicada en Pedregales.

Fue galardonado con varios premios de literatura y publicó su obra “Esta belleza que llamamos mundo”, Grafos C.A 1966, donde maneja con maestría un híbrido de elementos literarios difícilmente encontrados en otras obras venezolanas. Se inspiró e hizo muchos poemas y fue un constructor de décimas que quedaron esparcidas por toda Venezuela. Dejó sin publicar las obras: El policía jipato, El presidente en el baño, La casa de tío Secundino, Luna de miel en Margarita, La verdadera historia de la lancha Nueva Esparta, Cuentos no muy bonitos y otras obras que quedaron dispersas en sus cuadernos.

Pintó muchos murales y paredes en casas y lugares, por ejemplo dibujó en pintura de aceite en el Bar Los Olivos, propiedad de Eliso Marcano (Palicho), el Gran Roque, un Indígena y la Isla La Blanquilla (Isla blanca) y en el bar Brisas de Punda pintó una escena de los galleros donde aparece el señor Lico Salazar apostando con un grupo de amigos. En el estado Nueva Esparta, en los años sesenta (60) Rucho trabajó como locutor y periodista en Radio Margarita y Radio Nueva Esparta 920 A.M, cuando esta emisora funcionaba en calle la Marina de Porlamar. Fueron sus operadores Aquiles Rodríguez y Marcelo Sánchez, Marcelo después se graduó de locutor profesional. Allí Rucho inventó una sección en el noticiero que la tituló “Flautazos en el aire”, con su chispa y su pimienta declamaba décimas bien construidas por él y que con sátira atacaba las debilidades que presentaban los gobernadores de turno.

Su obra literaria publicada “Esta belleza que llamamos mundo” fue distribuida entre sus amistades, luego fue reeditada en Juan Griego. Creó un Ajedrez Naval, pintó mil cuadros, fue músico, cantante, animó en Puerto Ordaz muchos festivales de galerón donde participaron en los años 70 “El Huracán del CaribeJosé Ramón Villarroel y Hernán Malaver “El Tacariguero” entre otros galeronistas de Venezuela. Tenía un programa radial mexicano en Radio Puerto Ordaz titulado “El charro negro del sur”, ganándose un premio que lo hizo acreedor de un viaje, durante unos meses, a México para aprender un poco más de la Idiosincrasia de esta población azteca.

Rafael Antonio Velásquez Rivas dejó una inmensa huella educativa, cultural, literaria y científica regada por todo nuestro país y sobre todo en el pueblo de Pedregales, pueblo que lo vio nacer hace 88 años. Se despidió en la población de Las Cabreras el 19 de julio de 1983. Paz a su alma.

Texto y Recopilación: José Gregorio Figueroa Delgado (El Figue) / Cumaná,18-06-2025

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