El milagro de la perla de la Virgen del Valle

Cuentan que un día un humilde pescador llamado Domingo, nacido en el sector Punda de Porlamar, salió muy de mañana a pescar en las profundidades del mar de la isla de Margarita, con la ilusión de sacar del fondo las perlas más bonitas que allí abundan. Las perlas del mar de Margarita dieron renombre a la isla de Cubagua y dejaron asombrados a los conquistadores españoles, como narra la historia.

Ayyy!, gritó el hombre de pronto, a leco tendido que se oyó hasta en la casa del Viento Norte y lo despertó.

Cuando revisaba el manto de coral, lo atacó con su filosa púa una raya que rondaba los criaderos de ostras. Con mucho esfuerzo salió a la superficie y llegó sangrante a la orilla, donde fue atendido por los lugareños que, en vano, intentaron parar la infección que había gangrenado la pierna.

La salud de Domingo y su futuro como pescador se vieron seriamente comprometidos y de nada sirvieron los remedios para sanar su herida.  La pierna se le ulceró hasta la rodilla y sólo su amputación podía salvarle la vida, lo que también significaba la muerte para un hombre de la mar. Ante un desenlace fatal, Juan, su mujer, invocó a la Santa Virgen del Valle.

Como pago a la intercesión divina de la Purísma, Juanita, esposa de Domingo, le prometió llevarle la mejor perla que su esposo hallara el primer día de su regreso al mar, una vez curada su dolencia. En un hecho sorprendente, impulsado además por la gran devoción y los rezos de la esposa del pescador, la pierna de Domingo sanó a los pocos días.

De vuelta a su trabajo de pescador, Domingo se tiró al mar por el mismo sitio donde tuvo el accidente con la mantarraya, deseando encontrar una bonita perla para pagar la promesa que su esposa hizo a la Virgen del Valle. En el fondo halló una inmensa ostra sujeta al manto de coral.

Al abrirla, quedó maravillado y su rostro mostraba el asombro por tan espectacular descubrimiento. No era una perla común. Era una perla que asombrosamente delineaba la forma de su pierna y mostraba el rastro de su cicatriz. El portentoso hallazgo dejó admirados a todos en Punta y en toda Isla de las Perlas.

“Hoy la perla, en forma de pierna, puede ser admirada en un manto bellamente tejido que se expone en el Museo Diocesano del Valle del Espíritu Santo”.

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