El Velorio de la Ermita en Los Robles – Isla de Margarita

Hace más de un siglo se celebra en Los Robles el Velorio de La Ermita, y se encuentran huellas de su realización del Libro de Bautismos llevado en la iglesia desde 1887. El Obispo de Guayana Manuel Felipe Rodríguez ordenó en su visita a Los Robles que se realizaran las festividades el 3 de mayo para conservar la devoción de la Santa Cruz.

Todo comenzaba con un repique de campanas y la organización de la fajina para limpiar el caminito que llevaba a la capilla con machetes y garabatos. Eso garantizaba que los robleros y visitantes a la Ermita podían subir y bajar sanos y salvos tan empinada cuesta. El próximo domingo levantaban una enramada y ponían una bandera blanca en lo alto de la capilla en señal que ya estábamos en plenas festividades de La Ermita.

El próximo sábado en la mañana subían los alumnos de la escuela a adornar con banderitas y cadenetas. En la noche se realizaba el rosario y después venía inmediatamente el Velorio con cantos a la cruz y ron, café y tabaco para los cantadores, los músicos y los asistentes al galerón de la Cruz de la Ermita.

Toda la noche ocurría el contrapunteo entre los cantadores invitados al compás de un grupo musical con mandolina y cuatro. Eran luchas indetenibles con picoteos verbales que seguían la pauta anunciada como temática por los moderadores y durante muchos años le correspondió a Pedrito González “Pedrito el de Matilde” llevar la batuta verbal del encuentro galeronístico.

El pueblo se aglomeraba a escuchar los versos picantes cargados de enciclopedismo y de conceptos tradicionales que permitían a los versadores armar pensamientos organizados en décimas cargadas de astucia, intriga y picardía lexical. Por ahí vi pasar a buenos galeronistas como Jesús Vásquez “El Guardiero”, Chelías Villarroel, Alejo Albornoz “El Martillo Atómico”, Teodoro Villarroel, Cruz Romero, Germán Vásquez, José Ramón Villarroel “El Huracán del Caribe”, Marcos Narváez, Narciso Villalba, Juan María Vásquez “Maneque”, Jesús Romero, Juan Fermín Millán “El Caimán de la Auyama” y tantos otros que participaron en las festividades de La Ermita.

Toda la noche cantando hasta que en horas de la mañana se daba el veredicto de los ganadores del galerón roblero. A partir de ese momento comenzaba la bajada en fila india de los galeronistas, los músicos y el pueblo en general.

Toda la noche estaba encendida la corneta enorme que trasmitía los contrapunteos a toda la población, pues el pueblo también participaba desde las puertas de sus casas con la emoción de las picadas y espueleos verbales entre los competidores. Era un batallar intenso que permití al jurado evaluar rima, contenido y voz para seleccionar al ganador de tan importante nbatalla musical.

En El Bar La Gloria del Popular Pitoco se servía un suculento sanchoco de gallina criolla con casabe que combatía el trasnocho, los tragos y el cansancio de la velada galeronística.

Una vez comidos los participante venía la entrega de los premios en trofeos y metálico que el Centro Ideales del Municipio Aguirre entregaba personalmente a cada participante. 

Con palabras del Presidente del CIMA y del galeronista ganador pasaba la página de ese evento y quedaban invitados para el próximo torneo galeronístico en La Ermita de Los Robles.

Redacción: Manuel Ávila Rosas / Cronista de Los Robles


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