Jorge Tuero: La risa que conquistó Venezuela y la tragedia que silenció su humor

Jorge Tuero: La risa que conquistó Venezuela y la tragedia que silenció su humor

Jorge Tuero, nacido en la capital venezolana el 28 de abril de 1936, fue mucho más que un actor; fue un faro de alegría para millones de venezolanos. Su trayectoria artística, marcada por personajes cómicos inolvidables, se extendió desde las ondas de Radio Tropical hasta la pantalla chica, dejando una huella imborrable en la historia del entretenimiento del país.

Los primeros pasos de Tuero en el mundo de la actuación se dieron en la radio, específicamente en la emisora Radio Tropical. Sin embargo, fue en 1977 cuando su talento para la comedia encontró su plataforma de despegue definitivo al ingresar al legendario programa humorístico Radio Rochela, transmitido por Radio Caracas Televisión. Durante 15 años, su ingenio y versatilidad hicieron reír a carcajadas al público venezolano cada semana.

Tras su salida de RCTV, su talento cómico fue rápidamente reclamado por Venevisión. En 1992, se unió al elenco del espacio Cheverísimo, donde continuó desplegando su maestría actoral hasta 1999. Fue en este programa donde consolidó una galería de personajes que quedaron grabados en la memoria colectiva: el aguerrido pero a la vez vulnerable Terror del Llano, el acaudalado Rico MacRico, el ingenuo Juan Pueblito, el peculiar Doctor Criollín, el hilarante Profesor de Idiomas, el astuto Zanganini, el escurridizo Dólar, las situaciones del Condominio y las divertidas ocurrencias de Los Viejitos, donde compartió escena en varias ocasiones con Margot Pareja y, en su última etapa, con Betty Hass, protagonizando memorables escenas carnavalescas mojando al público desde un balcón ficticio.

De todos estos personajes, fue El Terror del Llano el que catapultó a Jorge Tuero a la consagración nacional. A pesar de una larga y fructífera carrera interpretando diversos roles, el propio Jorge llegó a confesarle a su talentoso libretista Pompeyo Izquierdo: «Tanto tiempo en la farándula y ahora es que reconocen mi trabajo con este personaje«. El Terror del Llano era una sátira del típico hombre recio del llano venezolano, un estereotipo de fortaleza sin fisuras que, paradójicamente, temblaba ante la presencia y el tono de voz de su dominante esposa, Barbarita, magistralmente interpretada por la querida actriz Betty Hass.

Su colega y gran amigo, Américo Navarro, describía a Tuero como un profesional dedicado: “Jorge Tuero se tomaba muy en serio su trabajo. Antes de grabar hacía ejercicios de dicción: Pra, pre, pri, pro, pru. Jorge nos llamaba coleguita o colegallo. Era un hombre de carácter apacible, ninguno de nosotros sus compañeros jamás le vimos bravo o le oímos pronunciar una mala palabra. Jamás engañó a nadie, pues era un hombre de buena fe que no veía maldad a su alrededor. Era un hombre de decisiones firmes y no permitía que alguien se metiera con su forma de ser o con su trabajo«.

Su libretista Pompeyo Izquierdo revelaba detalles íntimos de su personalidad: “Uno de los secretos mejor guardados de Jorge era su fecha de cumpleaños, de modo que casi nadie se enteró cuándo había nacido. Lo que sus pocos amigos sí sabían era cuanto le agradaba quedarse los sábados en la piscina de su casa. También le encantaban los carnavales, por lo que soñaba ir a Brasil. Sin embargo, no le agradaba la época decembrina ya que decía que era un año que se iba de vida«.

Trágicamente, la vida de Jorge Tuero, el hombre que siempre vivió del buen humor y la risa, tuvo un final inesperado y doloroso. Al mediodía del 16 de diciembre de 1999, su hogar, ubicado en la Urbanización Los Corales de Caraballeda, en el Litoral Central del estado Vargas, fue completamente arrasado por las devastadoras inundaciones y deslaves que azotaron la región.

En esta terrible tragedia, también perdieron la vida su esposa Gladys Figuera de Debrot, su hija adoptiva Sonia Debrot Figuera y su nieta Solangic Vergara Debrot, a quien cariñosamente llamaba «Mi Niña«.

Muchos de sus allegados atribuyen esta irreparable pérdida a la firme decisión de Jorge de no abandonar su casa a pesar de las insistentes llamadas de familiares, amigos y colegas que, alarmados por las noticias, le rogaban buscar refugio en un lugar seguro. Su amigo Américo Navarro lo llamó minutos antes del desastre, pero Jorge, con la convicción que lo caracterizaba, respondió: “Gracias Américo, pero esta casa tiene 27 años y yo me siento más seguro dentro de ella«. Lamentablemente, la fuerza de la naturaleza fue implacable y la casa no resistió. Los restos de Jorge y su familia nunca fueron encontrados, impidiendo darles cristiana sepultura.

Hoy, recordamos a Jorge Tuero no solo por su talento cómico y los personajes que nos hicieron reír a carcajadas, sino también por su bonhomía, su profesionalismo y su firmeza de carácter. Su legado perdura en la memoria de un país que lo adoptó como un ícono del humor, y aunque su partida fue trágica, la risa que sembró en el corazón de los venezolanos sigue resonando.

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