La Alcancía de las Palabras y sus Coroticos: La Pareidolia

Subía Meco a Cerro Hondo. La tarde de este viernes; Meco le había prometido a Loenel y Richard llevarle la vitualla para un sancho que habían organizado.

Iba pensando Meco, que en el freezer que tienen en el cerro había unas tres patas de res y unas costillas y se imaginó, mientras subía, la totuma de sopa que le tocaría. Decide descansar y se sienta sobre una piedra. Mientras se acomoda, tira la vista hacia el monte y cree ver un venado.

Meco, prácticamente quedó como paralizado. La gente de Cerro Hondo lleva un registro fotográfico de los venados que ven en el cerro para hacerle seguimiento. Este por su tamaño, no lo habían registrado. Saca del bolsillo el celular y cuando va a tomarle la foto, ya no está. Abrió y cerró los ojos y no vio el supuesto venado.

Tomó la bolsa con los cinco kilos de vitualla y siguió subiendo. Se detuvo nuevamente y tiró la vista hacia arriba y vio al váquiro que estaba como esperándolo al final de un caminito. En esta ocasión no abrió ni cerró los ojos, mantuvo la vista fija y el váquiro resultó ser una sombra de un árbol que se proyectaba hacia el caminito.

Siguió caminando y comenzó a preocuparse, oye –se dijo- desayuné bien. Una arepa bien resuelta con queso y café con leche. Continuo subiendo con esa preocupación.

Al llegar al rancho, contó las dos situaciones que vivió y Leonel sin mediar palabras, rápidamente pronosticó: compay Meco, vivió usted un caso de Pareidolia.

Texto Evaristo Marcano Marín

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