Nada me seria más grato que poder afirmar que la música cambiará al mundo. Lo he escuchado tantas veces, suena tan hermoso, además, reconozco que la música logra en mi, como en muchos otros, infinidad de beneficios que sólo algo tan mágico puede lograr, al punto que, parafraseando a Nietzsche , «la vida sin música sería un error» ; sin embargo, no me atrevía a pasar por alto tanta evidencia de que no, la música, no puede cambiar el mundo.
Este inusual razonamiento, viniendo de un músico, se sustenta en algunas realidades que serían muy difíciles de obviar. Por ejemplo, el hecho de que uno de los géneros vocales más apacibles que hayan existido, el Canto Llano (canto Gregoriano), mismo que caracterizó buena parte del medioevo rigiendo la música de la liturgia católica, no pudo evitar que durante este mismo periodo se impusiera un estilo de vida signado por la hostilidad y el barvarismo.
Durante el periodo posterior, el renacimiento, y más exactamente en lo que se conoció como el siglo de oro Español , los Madrigalistas más fecundos musicalizaron las cortes con una propuesta polifonica vocal impregnada de dulzura y paz, sin embargo, desde allí mismo se fraguó la conquista de América, un hecho humano de tal crudeza, que arrasó con millones de vidas y mucho de la cultura de las etnias de este continente.
En el período musical conocido como el Romanticismo, en el cual destacaron figuras tan relevantes como: Beethoven, Brahms, Mahler y otros, sus obras más representativas terminaron siendo parte del «ambiente musical» de los campos de concentracion Nazis.
En estos últimos 40 años, en nuestro País, se ha logrado consolidar uno de los movimientos artísticos más relevantes de la música académica del siglo XX y comienzos del XXI, el cual nos ha proyectado de la mejor manera y ha dado frutos increíbles; todo esto en medio del periodo más violento y desorganizado de nuestra sociedad.
Todo esto pareciera sugerir un panorama poco alentador, pero pudiera también tomarse como la salvación de la especie humana. ¿Por qué? Simple: el Reguetón, tampoco logrará cambiar al mundo.
Roki José Viscuña Gutiérrez (Patrimonio Cultural Viviente del estado Nueva Esparta)
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