En la misma década de los años 50, la geografía nacional comienza a poblarse de estaciones radiales, que servirían tal y como queda establecido, para divulgar la cultura, apoyar programas educativos, estimular la tradición y enaltecer los valores de cada una de esas regiones.
Las frecuencias estaban asignadas y como tal los RADIODIFUSORES se comprometían a respetar lo establecido en el ordenamiento jurídico. Las informaciones transmitidas, debían tener fuentes, con las que el periodista establecía responsabilidad profesional.
Los locutores debían cuidar el lenguaje, decir el mayor número de cosas enalteciendo el gentilicio patrio. Las canciones venezolanas, debían ser presentadas con créditos de autoría, compositores, poetas, arreglos, acompañantes, intérpretes y estilos musicales. Así sabia el oyente, quien fue el poeta que en sus desvelos arrancó de su musa la poesía, que gran maestro plasmó en el pentagrama las notas de un género, a quien se le ocurrió sobre la temática musical, hacer algunos arreglos, en manos de quienes estaban los instrumentos para la interpretación y de quien es la voz que la matiza y lanza al mundo.
La Radio en Venezuela, hoy ha perdido mucho, el tiempo se ha llevado de ella la función pedagógica, el entretenimiento sano, el respeto por las disposiciones legales y la Radio del momento es una pulpería más.
El aspecto propagandístico o publicitario ha servido para arropar el origen que la trae al mundo, la finalidad de su existencia y el objetivo para el funcionamiento. Tal vez la poca responsabilidad empresarial, la falta de control del estado, el salto al mercado para hacer ganancias y la falta de solidaridad nacionalista, ha hecho de Nuestra Radio, una cosa cualquiera.
El pudor del profesional que da su voz, ya no motiva, no hay sonoridad en el buen decir y hasta la hora del momento pasa desapercibida.
Hoy día cuando vemos en algunos programas de televisión de uno de tantos canales, que destinan espacios para los concursos de conocimientos, percibimos que esa fue la Radio de Ayer y que debe ser también la de Hoy.
El locutor, debe retomar las banderas de Guía que algún día tuvo en sus manos y en su Voz. Debe ser aquél ser capaz de Transmitir en Mayúsculas, la voz que desde que el medio anuncia al mundo su presencia en el espectro, bañe los aires con cultura, que sea luz de educación, que tenga facilidad para entretener y gracia para saber decir las cosas. Que el núcleo de su tema se desarrolle coloquialmente en su medio, que quien escuche sepa que ese lenguaje es su propio Yo, que las tradiciones de las cuales habla son la vida misma de una sociedad, que las informaciones suministradas tuvieron una causa, generan una consecuencia y que el patrón musical acompañante sea identidad de los pueblos que luchan para mantener en alto el gentilicio patrio, la formación ciudadana y el amor por quien sabemos NOS ESCUCHA Y ESPERA UN MENSAJE DE NOSOTROS.
Tomado del libro: Apuntes de la radiodifusión en Nueva Esparta, de Pedro Bellorín Caraballo
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