La Virgen de El Valle en la Batalla de Matasiete

La historia de la Batalla de Matasiete, esa gesta heroica que aseguró la victoria patriota sobre el general Morillo, no se cuenta únicamente en términos de estrategia militar y valor humano. En la memoria colectiva de los margariteños, el triunfo de aquel 31 de julio de 1817 está indisolublemente ligado a una presencia celestial: la de la Virgen del Valle.

La tradición oral, ese hilo invisible que une a las generaciones, relata que en medio del fragor del combate, cuando el ejército realista avanzaba con furia por las laderas de la montaña, una figura de luz y consuelo apareció entre el humo de la pólvora. Era la Patrona de Oriente, Nuestra Señora de El Valle, quien se hizo presente para guiar, proteger y sanar a sus hijos en el campo de batalla.

Cuentan los viejos relatos que la Virgen, con su manto azul y su semblante sereno, recorría la montaña, atendiendo a los heridos, ofreciendo palabras de aliento a los combatientes y, en un acto milagroso, curando sus heridas. Era una presencia activa, no solo un símbolo de fe. Esta leyenda no solo ha perdurado, sino que ha reforzado la devoción del pueblo hacia su madre protectora, a quien desde entonces se le conoce como la Virgen Patriota.

Un testimonio de esta fe, también transmitido por la tradición, es el milagro que salvó la vida del General Juan Bautista Arismendi. Se dice que una bala enemiga, con destino certero a su corazón, fue detenida por la imagen de la Virgen que llevaba en un escapulario. Agradecido por el milagro, Arismendi mandó a cubrir el proyectil de oro para ofrendarlo a su patrona.

Así, la Batalla de Matasiete se inscribe en la historia no solo como una hazaña militar, sino como un evento de profunda fe. La victoria de los margariteños fue un reflejo de su coraje, pero para ellos, también fue un regalo divino. La Virgen de El Valle, que ya había demostrado su poder al aplacar una gran sequía y en numerosos milagros en el mar, se manifestó una vez más para defender a su pueblo.

Hoy, mientras la montaña de Matasiete se alza imponente, la fe en la Virgen Patriota sigue siendo un pilar fundamental en la identidad margariteña, un recordatorio de que en la lucha por la libertad, la fe fue, y es, una fuerza tan poderosa como el acero.

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