El 3 de diciembre la iglesia católica celebra la fiesta de San Francisco Javier, el famoso compañero de Ignacio de Loyola. Para su sorpresa, mientras se preparaba para trabajar como sacerdote en Roma, Ignacio lo envió a Oriente. Fue un misionero incansable en la India, Indonesia y Japón.
A pesar de todos sus esfuerzos, Francisco Javier no logró su objetivo final: la evangelización de China. Nunca pudo entrar en territorio chino, muriendo de agotamiento en la isla de Shangchuan, a sólo 14 km de la costa de la China continental.
Francisco Javier, ¿Fue un hombre frustrado por el fracaso? ¡Estaba tan cerca de su meta! ¡No, no lo era! Se puso en manos de su Maestro y Señor, y le entregó su proyecto… que era de hecho el proyecto de Dios. Su sueño y sus esfuerzos dieron fruto porque China siempre ha estado en el corazón de la perspectiva misionera de los jesuitas. Desde la formidable aventura de Matteo Ricci (cerca del 1600) hasta el día de hoy.
Escuche aquí la reflexión de Monseñor Fernando Castro, Arzobispo de la Diócesis de Margarita:
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