Desde que llegó el primer carro a Margarita comenzaron a proliferar las casas especializadas en ventas de repuestos. Entre las más conocidas, por lo menos en Porlamar, se recuerdan ¨Repuestos Automotor¨de don Alirio Seekatz, Auto-repuestos Porlamar de Jesús “Chuito” García y otros de la época que escapan a la memoria. Con el transcurrir del tiempo y la modernización del parque automotor, entre otros comercios que explotaban el ramo, aparecieron las llamadas chiveras donde se encontraban partes de automóviles que quedaban después de algún accidente. Llegó un momento en que el negocio se convirtió en algo legal y comenzó la importación de esos repuestos; se podía encontrar motores enteros, cajas de velocidad, equipos de aire acondicionado, partes eléctricas, carrocerías completas, puertas, guardafangos, parachoques, vidrios, etc.
El buen amigo René Cazorla se dedicó a ese negocio y montó un gran depósito para la venta de esos materiales, haciéndole la competencia a “Repuestos Ras” del otro rey del repuesto Rafael “Morocho” Ras, quien se daba el lujo de mantener un equipo de Softball para pasar el “impuesto sobre la renta” por debajo de la mesa; muy filántropo él. Hasta se buscó a una profesora de Inglés para que le diera clases particulares y hacer personalmente sus importaciones desde el imperio norteamericano. Resulta que una vez los enemigos de lo ajeno que nunca faltan, hicieron un robo en el negocio de René Cazorla quien por supuesto entró en cólera por lo que le hicieron.
Los ladrones se dedicaron a vender los repuestos que se habían robado pero las personas que compraron estos, tuvieron que devolverlos porque comprobaron que estaban malos y defectuosos. Los ladrones, en un gesto de honestidad (¿?) reintegraron el dinero a las personas afectadas y hasta le ofrecían disculpas. ¡Qué pena! “disculpen por el mal rato que les hemos hecho pasar”– decían a los afectados. ¡Qué vergüenza! De inmediato decidieron devolver lo robado al lugar de donde los habían sacado.
En una de las tantas mañanas cuando René llega a abrir su depósito de repuestos como de costumbre lo hacía, nota que hay mucha gente frente al portón de hierro que servía de entrada al negocio y de inmediato pensó que tendría un día de ventas muy productivo al tiempo que se frotaba las manos en gesto de satisfacción.
–¡Coño, qué gentío tan temprano! ¡Si así llueve, que no escampe! ¡Y hoy viernes; se salvó la patria! ¡Entonces mi gente! ¿Cómo está la vaina? ¡Me llegaron vainas nuevas después del robo; ya los atiendo! Decía al tiempo que sacaba la llave para abrir; y la gente no apartaba la vista del portón.
¿Qué pasa? ¿Les gusta el portón recién pintado? Pregunta René.
¡No mi compay! Casi grita una de las personas. Ve lo que dice ahí René.
En el portón había cartón con un letrero que decía textual y ortográficamente:
“Señor René Casorla aquí le deborvemos sus repuestos, no porque no nos hagan farta sino porque las gentes que ce los vendimos nos dijeron que estavan chimbos y no cirvieron. Así que traiga repuestos vuenos y no sea tan ladrón tracalero del carajo”.
…el que a hierro mata, le cae”
Come Hierro
Tomado del libro: “Ocurrencias de mi gente” de Carlos Mujica “Marunga“
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