Los Cachos de Marunga: ¿De dónde Marunga?

Mucha gente pregunta el por qué de Marunga. La mayoría de las veces los alias o apodos de la gente tienen su origen en una broma, una tremendura, una metida de pata, algo relacionado con el propio nombre, una anécdota o cualquier ocurrencia de alguien. Algunos de los personajes que aparecen en estas narraciones, tienen entre comillas junto con su nombre, el apodo. Cuando éramos unos carajitos de diez u once años de edad, nos la pasábamos echando vaina en las calles aledañas a nuestras casas, eso sí, después de cumplir con las tareas de la escuela, hacer algunos mandados – los que no tenían “gente de servicio” en su casa – y otras encomiendas asignadas.

En una de esas correrías estábamos reunidos en una esquina del “Grupo Zulia” – o la Concentración – como también se le decía, exactamente frente a la bodega de Lencho Carreño, un grupo entre quienes se encontraban Antonio “El Ñeco” Hamana; le decíamos así por un problema de poliomielitis que padecía; Carlos Weffer, Medardo Cova, Mario Mujica y otros que la memoria tendrá guardados en alguna parte. De repente dice Toño Hamana:

_ Vamos a hacer un club, ponemos cada uno un centavo (0,05 céntimos) semanal para comprar vainas como pichas, trompos, papel e hilos para voladores, lona para guantes, lo que sea. ¡Ok! dijimos los demás; unimos las manos y recordando a Los Tres Mosqueteros gritamos el famoso “todos para uno y uno para todos”.  De inmediato pregunta Carlitos Weffer:

¿Qué nombre le ponemos?  ¡Leones!  ¡Intrépidos!  ¡Invencibles!  ¡Los arrechos! Decía cada uno como para ganar méritos si escogían el nombre que proponía. Como a mí me gustaba mucho el cine, y en esto es bueno decir que  para conseguir la entrada, vendía, a las puertas de los cines Porlamar, Paramount y Paraguachí, los cuentos de El Llanero Solitario; Santo “El Enmascarado de Plata”; Tarzán, Chanoc, Roy Rogers, Red Rider, Hopalong Cassidy, El Halcón Negro, El Halcón de Oro, Vidas Ejemplares; los de tiras cómicas como Tobi y la Pequeña Lulú, El Pato Donald y otros que me regalaba el gran amigo Jesús “Chuito” Ordaz.  Los vendía a locha (12 cts. y ½); medio real (0,25 cts.) tres lochas o un real (0,50 cts.) y con eso lograba entrar al cine y a la salida, comer perro caliente. ¡Cómo rendían los centavos! Las películas preferidas, además de las de guerra, eran las de Tarzán el hombre mono; entonces, recordando las expresiones que  usaba el rey de la selva para comunicarse con los animales, se me ocurrió decir: ¡Marunga, chico!

¡Está bien! Dijeron los muchachos. ¡Es un nombre raro que nadie tiene! En mi casa había un patio muy sombreado gracias a dos árboles de clemón y allí nos reuníamos a jugar picha, trompo, hacer voladores que luego vendíamos a otros muchachos, incluso, guantes de lona que cosíamos con unas agujas grandes llamadas de vela porque las usaban para remendar las velas de los barcos.

¡Nos vemos case´ Marunga! decían cada vez que querían reunirse para jugar. Iba pasando el tiempo; salimos de la escuela primaria en el “Grupo Zulia” donde hasta Alfredo Fermín no perdía oportunidad para llamarme así; entramos  al liceo y todos continuaban diciéndome Marunga, sobre todo Carlos Weffer, quien una vez, en uno de los pasillos de la UCV, al encontrarnos cuando íbamos a un juego de pelota en el estadio, me gritó: ¡Ni en Caracas dejaré de llamarte Marunga; así que no te calientes! Por esta razón existe el Marunga como la gente cariñosamente me llama, lo que es para mí una muestra de profundo aprecio, por lo tanto lo acepto con humildad por ser producto del contacto con buenas amistades y de inventiva propia.

Muchos me dicen que han buscado en internet, redes sociales, youtube,  satélite chino, comunas, y todo donde se averigüe la vida de los demás, y nada. No aparece la palabra. Por cierto, un amigo en común me dijo recientemente que en un programa de televisión por cable vio que celebraban un evento deportivo mundial en un sitio llamado Marunga ubicado en las Islas Salomón, cerca de  Australia. Es más, hoy la gente dice que si usted pregunta en Porlamar por Carlos Mujica, a lo mejor no lo conocen, pero si lo hace refiriéndose a  Marunga, lo encuentra de inmediato. Eso sí, no traten de aplicarle secuestro express porque ¿Con qué culo se sienta la cucaracha?

¡Vamos a colearnos en el cine!

Zeto Gamboa

Tomado del libro: “Ocurrencias de mi gente” de Carlos Mujica “Marunga

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