Parte de mi niñez la pasé donde Ramón Subero quien vivía en la calle Libertad; en su casa tenía una bodega y una especie de escuela donde sus hijas Luisa Elena “Chelenga” y Carmen Ramona ”Mona” daban clases y salíamos directo al Segundo Grado de primaria para continuarla en el Grupo “Zulia” que quedaba cerca de allí.
Para esa época de los años 56, 57 usábamos como calzado las llamadas alpargatas; unas tenían suela de goma, hecha con el material de desecho de los cauchos de automóvil; estas la utilizaban los de pocos recursos y costaban un bolívar con cincuenta céntimos; es decir, tres reales otras tenían suela de cuero de vaca utilizadas por los llamados “ricos” y costaban dos bolívares con cincuenta céntimos, o sea, cinco reales. Yo las usaba de “suela e’ goma”; eso sí, había que tenerlas limpiecitas; incluso, teníamos las viejitas y medio rotas para jugar y hasta ensuciarlas de charco- cuando llovía- y otras para ir a la escuela; si por alguna razón al salir de la escuela, la ensuciabas, ibas a la “pila” de agua o a la orilla de la playa, te mojabas las manos y limpiabas las alpargatas porque si no, la cueriza que recibías, no la olvidabas; me acostumbré totalmente a mis alpargatas suela e’ goma.
Una Navidad, Ramón Subero y su hija Luisa Elena quien era mi maestra en esa escuela, me regalaron nada más y nada menos que ¡unas alpargatas suela e’ cuero! Abrí los ojos lleno de contento; había pulido el piso con kerosén y esperma derretida como se acostumbraba para le época; lo hice voluntariamente sin que me lo ordenaran; eché el trapo parejo todo el día, dejando ese piso reluciente; por eso el regalo.
¡Toma Carlitos! ¡Esto te lo trajo el Niño Jesús! Lleno de contento me senté en el suelo, me quité las alpargatas suela e’ goma y me puse las de suela e’ cuero; eran número siete. Me paré muy orgulloso y, al tratar de salir corriendo a mostrar mis alpargatas nuevas; ¡cataplún! Resbalé y recibí tremendos golpes en la espalda y el fundillo que todavía recuerdo. Me levanté de nuevo tratando de caminar pero que va; ¡al suelo otra vez! Y Ramón y “Chelenga” riéndose de lo lindo. Sentado en el mismo sitio me quité las alpargatas y le dije a Ramón: “mejor me cambia este par de alpargatas suela e’ cuero por dos de suela e’ goma y salgo mejor; yo no puedo caminar con esta bichas”…
…”para mí, el Niño Jesús no existe”
Un niño de la calle
Tomado del libro: “Ocurrencias de mi gente” de Carlos Mujica “Marunga“
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