Ojalá se pudieran recordar a todos los que estaban en esta ocasión un día de parranda Decembrina: Alfredo Fermín, Raúl y Alberto “Betoca” León, Franklin Bermúdez, Sergio Díaz, Rodolfo Rojas, Hernán “Nancho” Rosario, Carlos “Marunga” Mujica, Federico García, Luzardo “Chancho” López y otros que habían amanecido; luego se sumaron Delita Rosario León, Lourdes Ordaz, Zaida Ordaz; las hermanas Marisela, Betsy y Anita Ramos; queríamos seguir la parranda por ser Año Nuevo.
Estábamos reunidos en la calle Mariño frente a la casa del señor Humberto Rosario, entramos a tocar en la casa de la gran amiga y tía de unas de la muchachas, doña Dianora Ramos, quien con su hermana Celina (+) se encargaba de la venta de timbres fiscales nacionales, también guardaban en su casa un vino muy fino que usaban para consagrar en las misas. Mientras algunos cantaban, las muchachas, como eran de la casa, se dedicaron a sacar el vino de consagrar; trago y trago, Marunga tocando el cuatro y cantando con los demás… Rodolfo va hacia el patio a buscar unos jobos de una mata enorme que había allí; se encuentra una pantaleta roja marca “Arnetta” talla súper XL colgada en una cuerda, la guarda en el bolsillo sin decir nada. Al rato salimos de la casa diciendo:
¡¿Qué inventamos?! ¡La vaina está buena! Vemos en la calle una caja de cartón; Rodolfo se la pone en la cabeza y comienza a bailar con ella. Para ese entonces se hacían en la isla las llamadas Diversiones que poco a poco fueron desapareciendo. Al ver aquello, una de las muchachas – Marisela Ramos- grita:
¡Esta es la diversión de la caja de cartón! Lourdes, nadie sabe como hizo, se apareció con un pito; con la camisa de alguien y un palo de escoba, improvisó una bandera y haciendo el papel de guaricha soplando el pito y agitando la misma, se paraba en cada casa para bailar la caja de cartón. El teatro era el siguiente: hacíamos versos a la familia donde estábamos; Rodolfo golpeaba con la caja a Franklin Bermúdez, este caía al suelo fingiendo convulsiones, Rodolfo sacaba de la ingle de una de las muchachas la pantaleta roja súper XL, se la ponía en la nariz al caído y, saltando como un brujo le decía:
Este pobre carajito / aquí estiró la patica / ¡despiértate mijito! / Con el olor a verija de esta pantaletica /. Franklin se levantaba y se frotaba la cara con la pantaleta roja, respiraba profundo y se recuperaba; la parranda seguía hasta donde se había adelantado Lourdes con su pito y su bandera gritando: ¡Aquí muchachos! ¡Aquí muchachos! ¡Aquí es!
Ese día estuvimos bailando la diversión, desde las 2:00 de la tarde hasta casi el amanecer. Imagínese qué no se bebió en esa oportunidad. Las personas conocidas se iban sumando a la parranda; esta terminó en la residencia de doña Antonieta Aguilera, tía de los hermanos Raúl y Alberto León en la calle Mariño frente a la casa del partido Acción Democrática, donde nos recibieron con un suculento sancocho de gallina negra criolla,- en la casa de doña Antonieta- no en la de los adecos, por si acaso entienden mal.
… ¡”Viva la parranda viva el parrandon!”
Un amanecío
Tomado del libro: «Al que nada le pasa» de Carlos Mujica “Marunga“
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