Palestra Insular: El vuelo del Guanaguanare

JESÚS AVILA, el hijo de Pedro José Guerra Luigi y Dolores Ávila. aún cuando no fue reconocido por su padre por razones de legitimidad y falta de coraje para la época con el transcurrir del tiempo fue aceptado por sus hermanos y familiares.

Por eso su madre Dolores fungió de padre y madre y sacó adelante a su muchacho. A los 17 años se fue a lLa Guaira en busca de futuro llevando como compañera su guitarra, sus alpargatas y una muda de ropa.

Llevaba la experiencia de haber trabajado el campo y en faenas de la pesca con su tío Eulogio y su familia Chevo Ferrer de quien se dice es el verdadero creador de su canción Elegía Margariteña.

Jesús llegó al Litoral en busca de trabajo y consiguió faenas de aseador, técnico y repartidor de encomiendas con la línea área Taca. Por eso su panel azul firmó parte de su trabajo de repartidor de encomiendas y paquetes.

En La Guaira sacó su casta de compositor, versador y poeta que con esa herencia que tenía Pedro José Guerra de hacer versos hasta bebiendo agua le salió parecido el muchacho eso lo probó en las emisoras de La Guaira y Caracas donde se ganó muchos premios por su calidad vocal y por la categoría de sus composiciones.

No soltó nunca Jesús Ávila su guitarra y menos los recuerdos de su pueblo.

Y por esa razón trabajó duro para cumplir la promesa de regresar a su pueblo Los Robles con los trofeos ganados en el centro y con la madurez musical suficiente para brillar en su tierra.

Al llegar a Margarita se instaló en los predios de la casa de Pascualita donde cantaba y tocaba cada día. Su imagen de juglar sentado en una silla de madera y su guitarra sonando a toda fuerza empezó a mostrar a un cantante de alto nivel poético que con sus canciones empezó a inundar las emisoras de la región de melodías espectaculares que una era mejor que la otra.

Así nació su primer 45 donde destacó la canción Elegía margariteña y después vinieron en seguidilla más de 200 canciones que incluyeron El Guanaguanare, El Yaurero, Ciriaco, El mar, Ciudad Heróica, Los pesqueros y tantas canciones que forman parte de las reliquias musicales de la región.

Vinieron los momentos de triunfos con La Colección «Margarita, su Música y sus Músicos», esa obra magistral de la música margariteña que marcó un hito entre las dos etapas del arte musical insular.

Sin dudas que Alexis Marín Cheng fue un visionario que hizo florecer el arte musical neoespartano y aún cuando no le han valorado su esfuerzo hay muchos que si sabemos el trabajo que hizo el hijo de Luisa Cheng para impulsar la música margariteña.

Despuntó Jesús Avila como un poeta, cantor y compositor que se subió a la cúspide de la música margariteña para compartir con su amigo Francisco Mata un binomio de estrellas que hicieron vibrar el orbe de la canción margariteña.

Dos obras de la grandeza esculpir Jesús Avila con la creación del grupo musical «Cuerdas Espartanas» y la creación en 1982 de la Asociación Musical de Nueva Esparta donde fue Presidente por ocho años y donde probó su sensibilidad social al buscar insistentemente los beneficios salariales y un seguro que atendiera a ese gremio tan desasistido en la historia de Nueva Esparta.

Jesús Avila tuvo conciertos importantes en el Aula Magna de la UCV, en la ULA y en la Universidad del Zulia.

En Los Robles Jesús estuvo haciendo serenatas en las calles de su pueblo por años hasta que contrajo matrimonio con el amor de su vida Isabel Reyes a quién le dedicó muchas de sus composiciones musicales.

Gran parte de sus composiciones las dedicó a su pueblo, a su cultura, su historia, sus tradiciones, sus vivencias y donde combinó la poesía, las creencias, lo humano y lo mágico para redondear una gran faena que lo inmortalizó por siempre.

A Jesús lo bautizaron como Chú Guitarra en Los Robles por su compañera la guitarra que lo acompañó durante toda la vida y en el ambiente musical nacional como El guanaguanare por la fama que tomó esa canción que rompió paradigmas en la música venezolana cuando la pequeña gigante de la canción la llevó a la discográfica nacional con mucho acierto.

A Jesús con Isabelita lo conseguía todos los domingos al mediodía comiéndose una sopa de gallina en el restaurante de la Clínica La Fé y en su casa de habitación en La Faja de Los Robles donde quedó sembrada su huella de artista por muchos años hasta que se vendió la panel azul y la casa se quedó a la espera que algún organismo público regional o nacional la comprara para convertirla en La Casa Museo de Jesús Avila.

Jesús Avila se fue al otro plano con su guitarra un 14 de julio de 2012 y hoy se está cumpliendo 11años de su partida

Su chispa de humorista, su carácter de trueno, la robleridad y el amor por las tradiciones y por su familia quedaron como modelos sembrados en el alma del roblero.

Recopilación: Manuel Ávila (Cronista de Nueva Esparta)

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