Santa Ana, crisol de la unidad independentista en Margarita

Santa Ana, crisol de la unidad independentista en Margarita

La apacible Villa de Santa Ana del Norte, en la serena Isla de Margarita, se convirtió aquel 6 de mayo de 1816 en un hervidero de esperanzas y decisiones trascendentales para el futuro de Venezuela. La antigua iglesia del pueblo, testigo de incontables plegarias y celebraciones, se transformó en el epicentro de un encuentro que marcaría un punto de inflexión en la lucha por la independencia: la instalación de la Asamblea de Notables.

Tras los turbulentos años posteriores a la declaración de independencia de 1811 y las dificultades enfrentadas por las primeras repúblicas, la Expedición Libertadora, liderada por figuras como Simón Bolívar y Santiago Mariño, había retornado al suelo patrio desde su exilio en Los Cayos de Haití. Margarita, con su espíritu indomable y su gente aguerrida, se presentaba como un territorio estratégico para reagrupar fuerzas y revitalizar la causa republicana.

En el interior del templo de Santa Ana, bajo la mirada solemne de los santos y la atmósfera cargada de expectativas, se congregaron los Jefes de la Expedición Libertadora, hombres curtidos en batalla y fervientes defensores de la libertad. La necesidad de un mando unificado y una estrategia clara se había vuelto imperiosa para superar las divisiones y los reveses sufridos en el pasado.

La Asamblea de Notables no fue un mero acto protocolar; fue un espacio de debate y reconocimiento. En aquel histórico día, los líderes presentes tomaron una decisión crucial: reconocer formalmente a Simón Bolívar como Jefe Supremo de los Ejércitos de Venezuela. Este acto de unidad consolidó el liderazgo de Bolívar, otorgándole la autoridad necesaria para dirigir las operaciones militares y políticas con una visión integral.

Junto al reconocimiento de Bolívar, la Asamblea también designó a Santiago Mariño como su Segundo al mando. Esta designación buscaba fortalecer la estructura de liderazgo y reconocer la trayectoria y el valor de Mariño en la lucha independentista, estableciendo una jerarquía clara para las futuras acciones.

La elección de la Villa de Santa Ana como sede de esta asamblea no fue casual. Su ubicación estratégica y el apoyo incondicional de sus habitantes la convirtieron en un refugio seguro y un símbolo de la resistencia margariteña contra el dominio español. Aquel 6 de mayo, las palabras resonaron en la iglesia, los acuerdos se sellaron con la firmeza de quienes anhelan la libertad, y Santa Ana se inscribió con letras doradas en la historia de la independencia venezolana.

Este evento en la Villa de Santa Ana no solo representó un acto de reconocimiento de liderazgos, sino que también simbolizó la unidad de los patriotas en un momento crucial. La decisión tomada aquel día impulsaría con renovado vigor la lucha por la emancipación, marcando el inicio de una nueva etapa en la gesta independentista que culminaría años después con la consolidación de la República de Venezuela. La tranquilidad de la Villa de Santa Ana fue testigo silencioso de un momento trascendental que resonaría en todo el continente americano.

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