En esta isla con nombre de mujer han existido algunas cuyas vidas marcaron la historia de nuestro país y de las que difícilmente se dejará de hablar en muchos años. Nombres como los de la Cacica Isabel, primera referencia femenina de nuestra etnicidad, o el de Luisa Cáceres de Arismendi, primera heroína de nuestra independencia; son prueba de afirmado en tiempos remotos, y, en épocas más recientes, el de la maestra Modesta Bor, tal vez la más universal de las mujeres margariteñas de todos los tiempos.
El pasado domingo 15 de julio, en el marco de la celebración nacional del día del padre, se celebró también el 99° aniversario del nacimiento de Modesta Bor, una Juangrieguera que superó adversidades, marcando de coraje y tenacidad la historia de la música venezolana y latinoamericana.
La obra musical de Modesta no es un mero repertorio de piezas; es un vasto y meticuloso tejido de la identidad sonora venezolana y latinoamericana. Ella, fue una verdadera visionaria que comprendió el poder de la música para expresar: tanto la intimidad de un sentimiento como el valor de un ideal. Su estilo fusiona la tradición musical europea con la esencia rítmica y melódica del folklore venezolano. En sus arreglos y composiciones, podemos escuchar la resonancia de las antiguas tradiciones polifónicas, impregnadas de la cadencia de nuestros géneros tradicionales; los giros melódicos del canto de nuestros pescadores, sumados a la vitalidad de los ritmos afrovenezolanos y aderezados de los cromatismos propios de la contemporaneidad. Esta simbiosis no es forzada; surge de una comprensión profunda y orgánica de cada una de esas vertientes.
Su esencia Margariteña tiñe de encendidos crepúsculos cada nota, evocando las cariñosas enseñanzas de “Maneque” y Alicia Caraballo Reyes; el tricolor de la “escuela nacionalista”, hondea en cada compás en los que la influencia de los maestros: Sojo, Plaza y Estévez, surgen como temas y argumentos permanentes. Sumado a ello, su estilo posee la densidad de la escuela moscovita del conservatorio Chaicovsqui, de medidos del siglo XX, representada en el gran maestro Aram Khachaturian, con lo cual, Modesta, irrumpe irreverente desde el temperamento de su repertorio.
Con destreza y acierto en el abordaje de la música popular y académica, Modesta navega en el repertorio orquestal, de cámara y coral, nutriéndolo de obras cuya estética y rigor académico la consolidan como referente universal de la música latinoamericana.
Su obra coral abarca todas las posibilidades sonoras del instrumento y en ella transita por distintas facetas, tales como: directora, compositora, académica y arreglista, convirtiéndola en una de las columnas fundamentales en las que se sustenta el movimiento coral venezolano, dotándolo, junto a muchos otros refrentes, de una identidad propia por el que hoy es reconocido y celebrado a nivel mundial. Casi todo el movimiento coral venezolano, canta o ha cantado alguna obra compuesta o arreglada por esta margariteña, o por alguno de sus alumnos.
El año que transcurre entre el día de ayer y el 15 de junio de 2026, será un lapso extraordinariamente propicio para celebrar la vida y obra de la mujer, tal vez la más destacada de la historia neoespartana.
¡Viva Modesta!
Texto y Recopilación: Roki José Viscuña Gutiérrez
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