Conocimos en la escuela aquello del sujeto tácito. Debemos acordarnos. Ese sujeto no está claramente expuesto, pero podemos deducirlo fijándonos en el sentido del verbo.
Si digo: «camino todos los días», es fácil deducir que me estoy refiriendo a mí. Yo camino todos los días. «Eres muy afortunado». El verbo «ser» acá, está en segunda persona del singular. «(Tú) eres muy afortunado».
El sujeto está omitido en la oración, pero el verbo nos da una pauta, que nos permite, en concordancia con el resto de la oración, precisar el sujeto (Yo, tú, usted, él, ella, nosotros/as, vosotros/as, ustedes, ellos y ellas).
Hay oraciones que no tienen sujeto porque tienen un verbo impersonal. No son conjugables. No disponen de alguien o cosa que realiza o ejecuta la acción: «siempre que llovió, paró». Nadie llueve. Puedo decir: «ayer lloviznó». Estos verbos impersonales (llover, hacer, nevar, relampaguear) se utilizan para describir fenómenos naturales o exponer ideas muy generales. «Hace frío».
Ahora bien, podemos usar el verbo llover en sentido figurado: «Llovieron aplausos». Aquí llovieron se usa como una figura. «A veces me llueven las ideas y las anoto en la libreta».
Texto: Evaristo Marcano Marín
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