La alcancía de las palabras y sus coroticos: Muy mucho

Opo Rivero el de Polo, conversaba amenamente con su gran compadre Mervys Marcano.

Tuve -dijo Opo- conocimiento mi compadre Mervys, que estaba pasando por una gran gripe. Pensé y no me equivoqué en lo débil que estaría y decidí traerle este pollo que pesa más de tres kilos para que vaya haciéndose todos los días una sopita y pueda recuperar fuerzas.

El pollo, según la foto que me envió Opo el de Polo, parecía un guajolote.

También me dijeron mi compadre, que muy mucho ha sufrido de esta gripe. Yo, muy mucho me he cuidado de esta gripe y para ello me estoy tomando un té de tomillo y hoja de guayaba que me recomendó mi futuro compadre Evaristo Marcano.

Mervys lo vio muy fijamente y no aguantó y le preguntó: ¿Tú o el amigo Evaristo tienen mujeres preñadas?

Seremos compadre, dijo Opo.

«Muy mucho» es una expresión que suena rara y pareciera una mala construcción. No es así; acordémonos que tenemos la figura del conocido pleonasmo.

Ignacio Bosque académico de la RAE ha trabajado el punto y en la última edición del Diccionario de la lengua española («DLE») nos precisa que el «empleo en la oración de uno o más vocablos, innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho, como en fuga irrevocable huye la hora».

Es una especie de redundancia que pudiera ser un error de estilo si no se usa con intención. A través de la redundancia debes tener cuidado de darle más expresividad a una idea o frase.

Es una forma adverbial enfática de valor superlativo “muy mucho». Va o se entiende como muchísimo.

Texto: Evaristo Marcano Marín

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