El 13 de octubre de 1935 nacía en Barquisimeto, estado Lara, una de las figuras más transgresoras y necesarias del cine venezolano: Clemente de la Cerda. Director, guionista y productor, De la Cerda se consolidó como el cronista más feroz de las heridas sociales del país, utilizando el séptimo arte como un espejo implacable de la pobreza, la violencia y la injusticia.
Su cine, directo y sin adornos, marcó un punto de inflexión, atrayendo tanto a la crítica por su valor testimonial como al público masivo, que se veía reflejado en las historias marginales que otros cineastas optaban por ignorar.
Un Cine con la Cámara en la Calle
Clemente de la Cerda no se interesó en las comedias burguesas o los dramas históricos; su territorio era la calle, el barrio, la miseria y la lucha diaria por la supervivencia. Es considerado un pionero en introducir el realismo social extremo en la cinematografía nacional.
Su estilo se caracterizaba por:
- Temática Dura: Abordó sin tapujos temas tabú en la época, como la violencia de bandas, el consumo de drogas, la prostitución, la corrupción policial y la pobreza extrema en los barrios de Caracas.
- Lenguaje Directo: A diferencia del tono intelectual de otros cineastas, De la Cerda empleaba un lenguaje cinematográfico y coloquial accesible, a menudo utilizando actores naturales o poco conocidos, lo que dotaba a sus películas de una autenticidad estremecedora.
- Compromiso Social: Su objetivo principal era la denuncia. Veía el cine como una herramienta de cambio social, buscando despertar la conciencia del espectador sobre las problemáticas que el discurso oficial prefería ocultar.
Obras Clave: La Trilogía de la Marginalidad
Entre sus trabajos más influyentes se encuentra una trilogía no oficial que radiografía la vida en los cinturones de miseria de la capital:
- Soy un delincuente (1976): Considerada su obra cumbre, esta película narra la vida de un joven que se ve arrastrado a la delincuencia por las circunstancias sociales. Fue un éxito de taquilla y un fenómeno cultural, pues obligó al país a mirar la realidad de la criminalidad juvenil.
- El reincidente (1978): Continuó explorando el ciclo vicioso de la pobreza y la delincuencia, enfocándose en la dificultad de reintegrarse a la sociedad tras haber pasado por la cárcel.
- Compañero de viaje (1979): Una obra que mantiene la línea de denuncia social, explorando las dinámicas de poder y opresión dentro de las comunidades marginadas.
Un Legado Imbatible
Aunque su cine fue a menudo tildado de «cine de denuncia» o «cine maldito» por parte de la crítica más tradicional, el impacto de Clemente de la Cerda en la cultura popular venezolana es indiscutible. Logró llevar a miles de personas a las salas de cine para ver su propia realidad, demostrando que el cine nacional podía ser tanto popular como políticamente relevante.
Al cumplirse un nuevo aniversario de su natalicio, la figura de Clemente de la Cerda se mantiene como un referente de la honestidad brutal en la expresión artística. Su obra sigue siendo esencial para comprender la historia social reciente de Venezuela y el papel del cine como vehículo para confrontar las verdades más incómodas de una nación. Su legado es un recordatorio de que, a veces, la belleza en el arte reside en la valentía de mostrar la fealdad del mundo.
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