Cubagua: El despojo de las Thenocas

El llamado defensor de los indígenas del siglo XVI, Bartolomé de Las Casas (1474-1566), en su inacabada obra Historia de las Indias relató lo siguiente sobre la isla de Cubagua luego de su ignominiosa experiencia: “Hizose después (del hallazgo de los placeres perlíferos) un muy pueblo de españoles en la isleta de Cubagua, con muchas casas de piedras y adobe y tapias, como si hobieran de perseverar por algunos quinientos años, pero acabada las perlas, después algunos y no muchos años, se quedó la población ó pueblo todo despoblado”.

Esta es una brevísima descripción sobre la perlífera pasantía hispánica en la isla de Cubagua. La extracción de Thenocas (perlas), que generó una intensa actividad mercantil, fue lo que hizo erigir este núcleo urbano y el motivo principal por el que se le concede su título de Nueva Ciudad de Cádiz, con escudo de armas mediante una Real Cédula fechada el 12 de septiembre de 1528, beneplácito hacia su hueste del emperador Carlos V, a su vez Carlos I (1500-1558) gobernante del Sacro Imperio Románico Germánico y España respectivamente. Es la primera ciudad organizada cabalmente en recibir esta distinción en Venezuela y en el sur de América.

No obstante, para que los españoles lograran establecerse en Cubagua, hubo que calmar el insondable canto indígena de la costa oriental del país, habitada por los arahuacos y caribes, tribus enemigas en una misma geografía. Buscando debilitar el férreo dominio de los caribes, los arahuacos pactaron con los españoles, canjearon esclavos, alimentos y utensilios. Esta alianza facilitó la estrategia española al enfrentar a los caribes, quienes mostraron una agresiva actitud debido a sus frecuentes y violentas incursiones. La exploración buscaba conocer los recursos de la tierra oriental venezolana, dándole relevancia a cualquier dato sobre especias y riquezas minerales que pudieran aportar los indígenas engañados y sometidos a su intención de dominio territorial.

Con el propósito de respaldar la presencia española en Cubagua, además de la difícil tarea de conquista y dominio que presentaba el oriente de Venezuela, la Audiencia de Santo Domingo incorporó a los franciscanos y dominicos en la actividad exploratoria y explotadora de la región. Entre los años 1513 y 1514 estos frailes se radicaron en Cumaná a orillas del río Manzanares y en Santa Fe con la intención de evangelizar a los indios que no tenían al Dios cristiano como su centralidad moral, aunque estos, originarios del llamado Nuevo Mundo por Américo Vespucio y Pedro Mártir de Anglería, con prácticas propias impregnadas de religiosidad, no sabían que tenían que adorar a un dios que no conocían, un dios que no sabía que ellos existían. Este proceso destructor de la cosmogonía del nuevo mundo, por medio del desplazamiento y sustitución de mitos, fue llevado en gran medida por estos religiosos, quienes contaban con el apoyo de las ordenanzas de los reyes católicos, cuyos planes contemplaban cristianizar lo intangible sin desmedro del cuerpo. Redactadas y dictadas, la mayoría de las veces en español, idioma desconocido por los indígenas, terminó siendo un respaldo que poco le importó a los exploradores y comerciantes de riquezas, los que omitieron, como otras veces cualquier estamento jurídico a favor de la estabilidad corporal del indígena.

Durante esta época de conquista de los ricos territorios del oriente de Venezuela muchas tribus indígenas vieron disminuir el número de sus integrantes, víctimas de las enfermedades, enfrentamientos bélicos, la sevicia y el intenso trabajo aplicado coercitivamente por los españoles en Cubagua en sus inicios como centro perlífero.

En el año 1500 y luego 1522 hubo dos grandes rebeliones indígenas que hicieron tambalear la presencia hispánica. Fueron silenciadas posteriormente por dos grandes expediciones con Gonzalo de Ocampo y Jácome de Castellón al mando, enfrentando una y otra rebelión. Son las primeras sublevaciones contundentes contra la presencia española en lo que hoy día es Venezuela.

Con la tensa calma alcanzada por los colonos españoles, en la isla de Cubagua se da inicio a un feroz desarrollo de relaciones mercantiles. Se establecen rancherías, luego se organiza la villa de Santiago, el asentamiento que se convirtió en la ciudad de Nueva Cádiz. En canoas traían el agua del río Manzanares, el ganado, frutas, maíz, hortalizas y leñas de Margarita. La urbe creció económica y demográficamente.

En 1527 se incrementó la producción, logrando un tope histórico de 2.852 kilogramos de perlas. Estos niveles de producción, esta mortífera ilusión trajo consigo la destrucción de los ecosistemas marinos y un uso brutal de la mano de obra, una tragedia humana que hizo diezmar paulatinamente el componente humano conformado por población autóctona de la costa firme, y con ~ 3 ~ mayor rapidez a la población lucaya (nativos de las Bahamas) y africana que empezó a llegar a la isla a partir de 1526. Señala Enrique Otte, en sus estudios sobre la isla, que el total aproximado de perlas extraídas en los años de usufructo sobrepaso los once mil kilos.

Con el rápido debacle de los ostrales empezó a desvanecerse la producción, la población descendió y los intereses de los “señores de canoas”, dueños del negocio de las Thenocas, se trasladaron a otros puntos de la costa de las perlas. Muchos españoles se fueron de la isla, izaron velas hacia la isla de Margarita, Tierra Firme y Cabo de la Vela.

Aun con el agotamiento progresivo de las perlas, unos pocos se quedaron, la corona le dio la jurisdicción sobre Margarita y costa firme e iniciaron así la búsqueda de minerales preciosos en esas nuevas áreas hasta 1542, cuando pierden dicha tutela. A pesar de recibir esta serie de otorgamientos territoriales, para 1539 Cubagua estaba casi sin habitantes, los ostrales agotados, hasta que un fuerte viento huracanado en 1541 y un ataque perpetrado por piratas franceses en 1543, dejaron una estela de delirios y codicias deambulando ante la atenta mirada de un mar que día a día sumergía en las olas con vestiginoso silencio lo que fue en el siglo XVI el paraíso perlífero de Cubagua, la morada de los cangrejos.

*Thenoca: palabra que también designa Nila, significa perla, es referida por Fernando Oviedo

Referencias bibliográficas

  • Armas Acosta, Virgilio (2007). “La historia comenzó con las perlas”. Publicado en la revista El Desafío de la Historia, año 1, número 2. P.p. 58-62. Caracas, Venezuela.
  • Núñez, Enrique Bernardo (2012). “Cubagua”. 5ta edición. Biblioteca Enrique Bernardo Núñez, Monte Ávila Editores Latinoamérica. Caracas, Venezuela.

(Frank Omar Tabasca / La Asunción, Octubre 2021)

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