Gilberto Mejías Palazzi

Hablar de Gilberto Mejías Palazzi, es penetrar en la multifacética personalidad de este insigne caraqueño, descendiente de una familia musical, en la cual sobresalió el maestro trujillano Laudelino Mejías, autor del famoso vals Conticinio.

En su paso por la vida, Gilberto ejerció la Abogacía y la Docencia Universitaria, con un gran profesionalismo, pero al mismo tiempo, ponía en práctica la lectura diaria de cantidad de obras de grandes autores y de todo lo que llegaba a sus manos, lo cual lo hacía destacar por su innegable cultura.

Paralelamente, su intelectualidad y un sin fin de experiencias de hombre con un alma brillante y sensible, lo llevaron a escribir diversos libros y a plasmar sus meditadas reflexiones en un recuento que llamó  “ El Pensamiento Nómada”, el cual es una suma de expresión de amor y tormenta, de sinceridad y firmeza, necesidad de comunicación y de contribuir con una tarea pedagógica.

Su espíritu inquieto y analítico nunca conforme, lo condujeron por la senda periodística, la narración, el cuento y la poesía, géneros literarios que día a día despertaban su imaginación. Sin embargo, su gran pasión, fue la música y en este sentido, innumerables anécdotas denotaron su particularidad bohemia y soñadora, donde llegaba, se hacía sentir con su característico silbar y su innata observación y curiosidad en relación con las personas y lugares que frecuentemente visitaba. Inmediatamente, afloraba a su mente, esa musa inspiradora y letra y música  se conjugaban en armoniosas canciones: Valses, merengues, tonadas, himnos, boleros, pasodobles, cualquier ritmo como fantasías musicales instrumentales de gran belleza y hasta el dramático tema de un tango venezolano, todo lo cual constituye un valioso patrimonio de más de 1000 composiciones: El Caminante, Guitarra Larense, Volverá el Amor, Lindo Maracaibo, Callecita Colonial, Doña Caracas, son algunas de ellas, pero sin duda, la más sentida y famosa, escrita en su ciudad natal (Caracas) con un mapa de la Isla de Margarita, la cual no conocía, fue “ Mar de la Virgen Bonita” hermosa canción que retrata sus  pintorescos paisajes y la especial devoción de los margariteños por la Virgen del Valle, su patrona espiritual.

Es así como percibimos a Gilberto en la grandiosidad de su capacidad creativa y lo recordamos como un ser humano vibrante, alegre, sencillo, de pensamiento universal, artista pleno y gran amigo siempre, que en transcurrir del tiempo lleva el paso infinito del caminante.

Texto: Carolina Jiménez

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